El nuevo ministro de Economía lleva siete días en el cargo y evidentemente tiene una enormidad de problemas por resolver; la herencia que recibe de sus antecesores es ciertamente pesada. Es entendible que sus tiempos se vean severamente acotados, que cada día se esfume rápidamente y al llegar la noche el balance de lo actuado resulte insuficiente.
Pero nada justifica la ausencia de señales hacia el campo. Tampoco el hecho de que ni siquiera algún funcionario subalterno se haya reunido con el sector para generar una hoja de ruta.
Es que la agroindustria origina más de un tercio de la fuerza laboral del país. De acuerdo con datos de la Sociedad Rural Argentina, la componen 227 mil productores en 25 mil establecimientos y empresas que transforman lo que el campo produce. Se estima que involucra casi 4 millones de trabajadores directos e indirectos en todo el país. Es asimismo el mayor productor de bienes de la Argentina y representa más del 15% de nuestro Producto Bruto Interno, al tiempo que genera 7 de cada 10 dólares y otras divisas que llegan al país.
El agro, mal que les pese a algunos, es el ducto vital que aporta oxígeno a una Argentina que no ha sabido encontrar otros recursos a la altura del profesionalismo y la competitividad de quienes producen granos y carnes. Hablamos del sector que en el primer semestre ingresó más de USD 19 mil millones, un récord absoluto que supera la media histórica en un 90%. El mismo que entrega el 70% de sus ingresos mientras el promedio del resto de las actividades no va más allá del 41%. El que explica el 55% de los recursos que recibe este Estado sobredimensionado e ineficiente. El mismo que si se eliminaran impuestos distorsivos, cepos, volúmenes de equilibrio y otras bellezas por el estilo podría multiplicar rápidamente el ingreso de divisas que tanto necesita esta Administración. Basta mirar a los vecinos, a Brasil, Uruguay y Paraguay, para entender las fuerzas productivas que se generan cuando se deja trabajar a estas verdaderas máquinas de producir alimentos.
Si todo esto es así y nadie lo discute, ¿cómo es posible que no se haya determinado aún una fecha de reunión para avanzar aunque más no sea en torno de los trazos gruesos que determinarán el futuro inmediato de la actividad? ¿Qué puede haber más importante que dejar volar en libertad a quienes están capacitados para sacarnos de este tembladeral? Seguramente el ministro volverá sobre sus pasos y muy pronto le dará al agro el espacio que merece, es decir, el rol de un aliado clave para salir de este atolladero.
Fuente: Agritotal.