En medio de la pandemia por coronavirus , el gobierno de Bolivia, que encabeza Jeanine Añez Chávez , dispuso acelerar los tiempos para la aprobación de varios cultivos transgénicos.
La medida se conoció a través del decreto 4232, que dice: «De manera excepcional se autoriza al Comité Nacional de Bioseguridad establecer procedimientos abreviados para la evaluación del maíz, caña de azúcar, algodón, trigo y soja, genéticamente modificados en sus diferentes eventos, destinados al abastecimiento del consumo interno y comercialización externa».
En soja, en ese país se viene trabajando con la variedad resistente al glifosato. Pero con la nueva medida se podría avanzar a la RR2 (con resistencia a insectos) e inclusive a la tolerante a sequía (HB4). En Bolivia se siembran alrededor de 2,3 millones de hectáreas de cultivos extensivos y pasturas. En maíz aún no se oficializó el uso de transgénicos.
«Lo interesante de la noticia es el hecho que haya una actualización en esos cultivos, va a cambiar mucho el potencial de la región; va a ser un antes y un después. Se va a convertir en la Bolivia agrícola. Hay mucha gente del norte argentino, salteños y tucumanos que siembran acá, también hay brasileños», dijo a LA NACION Alberto Ospital, de Agro Consultora de Mercados Bolivianos.
«La idea es que ahora se utilice mejor el acceso a la biotecnología que antes. Con esta medida habrá más empresas que van a apostar a la siembra y se va a poder volver a tener algodón y maíces (transgénicos)», aseguró.
Una estimación dice que se podrían generar 300.000 nuevos empleos con la producción, incrementar la cosecha de 4,5 a 12 millones de toneladas y generar un movimiento económico de US$2800 millones.
«Bolivia tiene muchas hectáreas que se podrían transformar en hectáreas agrícolas. Según un último estudio, el área agrícola se podría expandir en 1,3 millones de hectáreas», señaló Ospital.
Bolivia es un exportador estructural de aceite de soja, e importador trigo y harina. En los años de sequía suele adquirir maíz argentino.
Con más tecnologías disponibles y sin retenciones para la exportación de los productos, Bolivia podría incluso atraer a más argentinos para producir alimentos, en especial en Santa Cruz de la Sierra.