A 219 dólares, el resultado de la soja lejos del puerto es de quebranto

Por Pablo Adreani para AGROVOZ

 

La reacción inmediata del mercado fue una fuerte caída en todas las cotizaciones; no sólo las de la oleaginosa, sino también las de trigo y de maíz. Pero en el caso de la soja, la posición futura mayo en el Matba-Rofex cerró el miércoles con una baja de seis dólares por tonelada, hasta un mínimo de 219 dólares.

Con este precio, los márgenes del cultivo son negativos en muchas regiones, como el noreste argentino (NEA) y el noroeste (NOA) y zonas de Córdoba que, por problemas climáticos, tendrán menores rindes que no alcanzarán para cubrir los costos.

En forma frecuente, he sido un detractor del aumento de las retenciones en forma indiscriminada y sin medir el impacto social y económico, en los distintos cultivos y regiones del país.

En este caso, un aumento de tres puntos en las retenciones a la soja puede sólo reducirle los márgenes del negocio a un productor de Venado Tuerto o del norte de Buenos Aires. Pero para un agricultor del NOA, significa la delgada línea que separa ganar de perder plata.

El productor de soja del NOA tiene una distancia a puerto de mil kilómetros y el rendimiento promedio no llega al 50 por ciento del rinde que se puede obtener en la zona núcleo.

Por este motivo, aplicar un aumento en forma indiscriminada, lo más probable es que provoque una situación de quebranto a muchos productores.

Considerando un costo de producción de 380 dólares por hectárea y un costo de flete de 50 dólares la tonelada, se necesita un rendimiento de 2.500 kilos por hectárea, antes de impuestos, para cubrir todos los costos. A un precio de 219 dólares, el resultado económico es de quebranto.

En este contexto, volvemos a la situación en la que el Estado sigue recaudando mientras que el productor se funde. Esto es así porque las retenciones, como están planteadas, se aplican sobre el precio FOB, reduciendo el precio de venta del productor y afectando el margen bruto en forma directa.

Los productores del NOA y de otras zonas del país que tienen la misma estructura de costos, no necesitan un subsidio, necesitan que el Gobierno no los discrimine; que no los castigue en una mayor proporción al castigo que también reciben sus pares de la Pampa Húmeda. Pero en este último caso, el rendimiento de indiferencia para cubrir costos es mucho menor, por la menor distancia y menor costo del flete al puerto, y los mayores rindes que pueden lograrse con el cultivo.

De todos modos, no se trata de aplicar medidas diferenciales a los productores chicos para compensar el incremento impositivo; se trata de evitar que una amplia región del país y de sus productores entren en resultados de márgenes negativos, que les impidan poder seguir con al evolución de su negocio.

Fuente: Clarín Rural.