Brasil podría producir menos soja el próximo año

Un analista estadounidense sube a las redes la imagen de un grupo de torcedores enfundados en sus camisetas verdeamarillas. Eufóricos ciertamente. Utiliza la analogía para reflejar las complicaciones que está enfrentando la gruesa en Estados Unidos, levantando los precios, lo cual sin dudas les viene muy a los brasileños, que no encuentra muchos motivos para sonreír con la soja por estos días.

Es que los precios actuales y los proyectados para la próxima campaña están muy lejos de generar las rentabilidades observadas en temporadas anteriores. Ensayar una explicación puede llevarnos a pensar que Brasil no detiene su crecimiento productivo con la soja, pero el gran comprador del poroto, China, tiene atornillada su demanda en números similares desde hace unas cuantas campañas. Primera ley de la economía: lo que abunda no vale. Y parece que está empezando a pasar.

El gigante del Mercasur ha apabullado al planeta con sus producciones de soja y maíz. Más de 155 millones de toneladas en el primer caso, y al menos 130 millones en el segundo. Sin dudas un éxito productivo, resultado de un país que apuesta al campo, que sigue incorporando superficie a la agricultura y que ha manejado muy bien su estrategia exportadora con China, a través de los remozados puertos del Arco Norte. Pero si bien Xi Jinping y los suyos privilegian a Brasil y sus precios, no han aumentado la demanda en la misma proporción.

Mientras el maíz sigue esperando el mejor momento para ser retirado del campo -los precios no animan a apurarse a cosecharlo-, la preocupación por la viabilidad económica de esta cosecha y la próxima no hace más que aumentar. En cuanto a la soja, los precios ofrecidos en algunas regiones del Centro Oeste cubren apenas el 60% de lo que el agroempresario esperaba. «No puedo vender a ese valor, no pago la cuenta», grafica uno de ellos. La ecuación del maíz sería peor aún, los precios promedio no reditúan la inversión. Se necesitan 9000 kg/ha para cubrir los costos.

Otros datos son igualmente contundentes. El costo de producción de soja y maíz en 2022/23 fue el más alto en 10 años. Algunos aseguran que esta zafra ofrece el balance más negativo de la última década, y salvo que Chicago brinde una mano colosal los precios de la próxima temporada no parecen dispuestos a devolver la alegría de los viejos tiempos.

Las perspectivas iniciales para la temporada 2023/24 indicaban un nuevo crecimiento en los volúmenes de ambos cultivos ofrecidos al mundo. Se llegó a hablar de 163 millones de toneladas de soja proyectadas. Pero las cosas no van bien. Porque además el país no tiene suficiente capacidad de almacenamiento para aguantar el grueso de la cosecha y así venderla manejando los tiempos.

El cuadro del analista Eduardo Vanin (abajo) refleja la situación que se ha planteado en el vecino país. Las cuentas en Mato Grosso, el poderoso estado del Centro Oeste que genera el 30% de la soja del país, están muy cerca del punto en que no se gana ni pierde dinero para la nueva campaña. Más de un productor observa perplejo como le ofrecen precios por debajo del equivalente a USD 400 por su soja.

Los medios especializados brasileños hablan de que la rentabilidad de la soja en Mato Grosso (arriba, gráfico de AgInvest) puede ser muy pequeña o reducirse a la nada en 2023/24. La situación ha generado incertidumbre para el agricultor.

Aunque gran parte de los productores han hecho sus reservas en semillas, fertilizantes y agroquímicos, empiezan a revisar sus planes para la próxima campaña, tanto de soja como de maíz. «Es mejor dejar de trabajar que endeudarse», le confía un agricultor a un medio brasileño.

Las cuentas de la soja 2023/24 están muy ajustadas, como nunca. La relación con los insumos ya no es tan amigable. Según el Instituto de Economía Agropecuaria de Mato Grosso (Imea), los productores rurales del estado deberán gastar alrededor de R$ 4.000 por hectárea (unos USD 800) para poder sembrar soja en la primavera de este año.

Mato Grosso puede tener una cosecha de soja un 3% menor en la temporada 2023/24. Para Reuters la caída de los precios de soja en el vecino país debería desalentar a los productores de la perla del Centro Oeste brasileño. «El avance anual de ventas está por debajo de lo observado en los últimos años, reflejando la depreciación del grano y sus derivados en meses recientes, lo que está desincentivando nuevas inversiones para aumentar la superficie en el Estado hasta este momento», agrega el IMEA.

El Instituto cree importante remarcar que faltan menos de tres meses para el inicio de los trabajos de campo, y el ritmo de compras de insumos para la temporada es el más bajo de los últimos tres años, lo que genera preocupación sobre la logística de entrega de estos productos en los próximos meses.

La gran esperanza está en la evolución del clima en Estados Unidos. Los lotes de soja y maíz pierden condición de cultivo, desmejoran por la insuficiente humedad, lo cual se emparenta con rindes en descenso. Los precios empiezan a empinarse. Daría la impresión de que se necesitará un fracaso importante de cosecha en el país de las barras y las estrellas para revertir el escenario que prima en Brasil.

Fuente: Agritotal.