Cántaro a la fuente

COMUNICADO DE PRENSA

El 10 de diciembre de 2019, cuando asumió la presidencia Alberto Fernández, en Apronor abrimos una hoja para comenzar a anotar las malas noticias que iban a venir para el sector, a sabiendas de la ideología y el odio hacia el campo de parte del grupo que nos estaba comenzando a gobernar. Hoy 14 de junio de 2020, a 7 meses del gobierno del Frente de Todos, ya tenemos la hoja llena, también la paciencia (para ser educados) y no es que hayamos hecho grande la letra, aunque hubiese sido lo más adecuado para nuestros ojos, casi cerrados de recibir tantas piñas.

No le habíamos puesto aún el capuchón a la birome, luego de anotar la triste y preocupante noticia de la intervención con aspiraciones de expropiación de la empresa Vicentín, cuando nos enteramos que al Ministro Guzmán se le ocurrió, en el marco de las negociaciones por la deuda, ofrecerle a los bonistas atar la suerte de los bonos al desempeño de las exportaciones Argentinas. Esto cierra todo tipo de posibilidades de que en un mediano plazo se pueda hablar de una baja en los derechos de exportación del actual nivel del 33%, que a los productores del norte nos está empujando hacia el abismo.

Atar los bonos a las exportaciones significaría que, ante una mejora en la performance de las exportaciones Argentinas, el país pasaría a deber más, por supuesto que éste argumento se sumaría a  la larga lista de excusas que tiene el gobierno para no otorgarle una baja de la presión impositiva al sector agroexportador: el más dinámico de la economía; el que siguió trabajando en plena cuarentena poniendo en riesgo su salud para que no falten los alimentos ni los dólares crocantes que necesita el estado; el mismo que nos sacó de la crisis en el 2002, el que reinvierte todo en la Argentina y el mismo que le puso el hombro al país siempre, en las buenas y en las malas.

El campo junta bronca, y para cuando reaccionemos y nos pregunten los motivos, tenemos guardada esta larga lista de atropellos y medidas desacertadas. No se olviden, que tantas veces va el cántaro a la fuente, que al final, se rompe.