El escenario económico internacional, que ya estaba afectado por las inestables relaciones entre EEUU y China, las dos economías más grandes del planeta, se topó con una crisis sin precedentes: la pandemia del coronavirus.
Y aunque la crisis sanitaria pasará en algún momento, sus consecuencias en la sociedad y en el normal desarrollo de las actividades se extenderán por mucho tiempo y seguirán afectando el desarrollo económico argentino.
Si bien es complejo estimar los impactos del coronavirus, las medidas que los distintos países adoptan para combatir la pandemia han frenado bruscamente a la economía mundial, con resultados muy negativos en las proyecciones de crecimiento. Consumo, producción e inversión están cayendo a niveles de economía de guerra.
A partir de la incertidumbre en los mercados, reflejada en la fluctuación de las cotizaciones, las estimaciones cambian semana tras semana. Las principales preguntas giran en torno a la extensión de las medidas de cuarentena y la efectividad de las políticas implementadas o en proceso de implementación.
Según las últimas estimaciones de las principales consultoras internacionales, se espera para este año un crecimiento de apenas un 0,5% de la economía global, con nulo crecimiento en China y una profunda recesión en Europa. En Argentina la situación será mucho más compleja, con una economía que ya se encontraba en recesión, y con muy poco margen de política económica para evitar que las medidas adoptadas para reducir la propagación del virus provoquen una profundización de la crisis.
Agustín Tejeda Rodríguez, Economista Jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, sostuvo en diálogo con Infobae, que frente a este contexto económico tan complejo, “es importante que los países actúen de forma coordinada tanto durante la crisis como en su salida, con un tratamiento especial para los países más vulnerables. Un problema global requiere una solución global, siendo quizás el G-20, como sucedió entre 2008 y 2009, el foro indicado para liderar los esfuerzos”.
Para el economista, la principal tarea que deben realizar los líderes mundiales “será evitar que los flujos comerciales se vean afectados por medidas proteccionistas, porque esto agravará la situación y dificultará la salida de la misma, especialmente para los países en desarrollo”,
“Esto es particularmente cierto en los mercados de productos agroalimentarios», señaló Tejeda Rodríguez. «Aunque los efectos sobre el consumo son menores que en otros productos, porque este tiende a responder menos ante cambios en los precios (la llamada elasticidad-ingreso). Del lado de la oferta son cruciales los esfuerzos por evitar, tomando las medidas necesarias para proteger la salud de los trabajadores, problemas de logística en las cadenas de suministros que afecten la producción y la comercialización, que ha sido declarada esencial en la mayoría de los países”.
El economista también recordó la propuesta de la FAO de monitorear las acciones individuales de los países buscando mecanismos de coordinación, para evitar que ante el pánico los países respondan con acciones que, agregadas, puedan llevar a una situación de escasez, cuando no hay razón para ello desde el punto de vista de los fundamentos de los mercados, que muestran volúmenes récord de producción.
Como ha sucedido en otras crisis mundiales, ante el temor a la falta de productos y la suba de precios, los países importadores tienden a adelantar y aumentar sus compras, y los exportadores a restringir sus exportaciones, lo que termina provocando la suba de precios que justamente se buscaba anticipar, lo que a su vez resulta en nuevas medidas restrictivas que conducen, finalmente, a una crisis de seguridad alimentaria mundial. Algunos países como Kazajistán, Rusia, Turquía y China ya comenzaron a aplicar medidas de este tipo, explicó Tejeda.
El campo en tiempos de cuarentena
En plena cuarentena obligatoria en la Argentina, la actividad agropecuaria, de alto impacto tranqueras hacia adentro y afuera de los establecimientos rurales, está exceptuada de las restricciones. En tiempos de crisis como los actuales, es de vital importancia que el motor del campo no se detenga. Y especialmente en producciones como la de carnes, leche, granos, hortalizas y frutas, entre otras.
Pero hay complicaciones que los productores debieron enfrentar durante la primera semana de cuarentena, ligadas principalmente a las restricciones para la circulación del transporte de cargas que implementaron más de 70 municipios del interior y problemas para acceder a los puertos. Todo esto en momentos donde las tareas de cosecha de los cultivos de verano son cada vez más importantes.
Los diferentes problemas que se generaron durante la semana en el transporte de cargas derivaron en una caída de casi el 40% en el ingreso de camiones en todos los puertos cerealeros del país. Entre el 16 y 24 de marzo del año pasado, ingresaron 32.387 camiones a los puertos de Rosario, Buenos Aires, Entre Ríos, Necochea y Bahía Blanca. Mientras que entre el viernes pasado y ayer, el ingreso fue de 20.532 camiones.
El Asesor Económico de Confederaciones Rurales Argentinas, Matías Lestani, comentó que a las complicaciones para el funcionamiento del transporte de cargas y la operatoria en los puertos, “se suma la incertidumbre reinante y la falta de confianza en los medios de pago tradicionales frente a una situación muy complicada, lo que provoca que los productores en plena cosecha envíen a acopios o a bolsa la mayor parte de la misma. En el resto de las producciones se tiende a ralentizar hasta que se aclare el panorama. Todo esto impacta en la economía, pero principalmente en la cadena de pagos”.
En relación a los problemas en la cadena de pagos, Lestani dijo: “Es un hecho que por lo menos en lo que hace al mercado interno, hoy la cadena de pagos se encuentra frenándose, sumado a las medidas tomadas por el Banco Central. Es factible que a la salida de la cuarentena sanitaria nos encontremos con un festival de cheques sin fondos muchos provocados ciertamente por la situación y otros por los oportunistas de siempre. Este será el primer síntoma rápido de la situación: en economía nada es asintomático”.
En el sector agropecuario con una cadena de pagos que tendrá que recomponerse, con un tipo de cambio oficial que sin lugar a dudas para la percepción mayoritaria del público se encontrará con un gran retraso y una necesidad de sinceramiento en el corto plazo, “la mayoría de los rubros productivos, comerciales e industriales optarán por retener stocks tanto de insumos como de bienes hasta que se disipen las incertidumbres”, aseguró Matías Lestani.
Por otro lado, Pablo Vernengo, Director Ejecutivo de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), se refirió a la situación de las economías regionales: “Hay pocos trabajadores. Los que migraban desde el Norte volvieron a sus pagos. Desde las pymes nos responsabilizamos en asegurar la salubridad de los trabajadores rurales. La CAME apunta a que no se rompa la cadena de pagos. El cierre de los bancos es un problema. Se está trasladando la mercadería primaria que surge de las economías regionales para que esté al alcance de hipermercados y almacenes, de modo de abastecer a la población”, sostuvo.
Pablo Vernengo, Director Ejecutivo de CAME, analizó la situación de las economías regionales
Pablo Vernengo, Director Ejecutivo de CAME, analizó la situación de las economías regionales
Vernengo señaló también la compleja situación de una empresa de Santiago del Estero. Quirolac S.A. que funciona en el distrito de La Banda desde hace 30 años, en la elaboración de productos lácteos, que decidió recibir leche hasta el 31 de marzo. Sus propietarios aseguraron que tendrán mercadería congelada para la venta y dinero como para pagar 3 meses de sueldos. “Nuestros productores ya pudieron derivar la leche a otras empresas. Fuimos los primeros afectados, ya que la masa para mozzarella tiene como destino final en su mayoría a pizzerías. Esperemos retomar nuestras actividades lo antes posible”, dijeron desde la empresa.
Granos y carne vacuna
Desde el punto de vista de los precios internacionales, también será importante analizar las políticas monetarias de los principales países y sus consecuencias en los tipos de cambio una vez que las principales incertidumbres empiecen a disiparse. Como muestra la relación histórica, una devaluación del dólar tiene una correlación positiva con el precio de los commodities agrícolas.
Al respecto, Tejeda Rodríguez señaló: “Aunque desde el punto de vista de Argentina posibles subas en el precio de los productos de exportación tendrían consecuencias positivas para nuestra economía, debe evitarse que resulten en una escalada proteccionista que lleve al derrumbe del comercio internacional y a una crisis de seguridad alimentaria mundial.»
Frente a ese panorama, Tejeda propuso que el gobierno trabaje “para garantizar la continuidad de sus envíos de productos agroalimentarios al mundo e impulse mecanismos de coordinación que eviten que las políticas individuales nos conduzcan a un peor lugar del que podríamos estar”.
Por su parte, Juan Manuel Garzón, economista de la Fundación Mediterránea, dijo que los efectos inmediatos del coronavirus en la actividad agropecuaria “serán los problemas en la colocación de productos, sobre todo los que dependen de la exportación, y en el mercado interno la situación será dispar”.
Además, comentó: “Quizás los commodities puedan defender mejor los precios, en la medida en que se confirme la recuperación de China. Estamos viendo que en leche en polvo y frutas se está sintiendo el perjuicio, especialmente por la logística sofisticada que requieren, agrietada por la reducción del transporte y la falta de operarios. La soja nos puede dar algo de respiro”.
Carlos Etchepare, Analista del mercado de granos, mostró su preocupación por lo que pasará en la Argentina en los próximos meses. “Será clave la soja, pero también Vaca Muerta, que frente a los actuales precios del petróleo, está muerta. Y todas las miradas estarán puestas en el campo, castigado por el clima y la política. La Argentina es un país pobre, con limitaciones. De todos modos el mundo no va a dejar de comer, y en ese sentido la ganadería será un sector de mucha importancia. Ojalá el Gobierno se dé cuenta y apoye”.
En el sector de la carne vacuna, Daniel Urcia, Vicepresidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA) manifestó: «En nuestra industria estamos tomando medidas de prevención como mejorar la higiene y adoptar recaudos como el uso de barbijos y guantes. En los frigoríficos verificamos la temperatura del personal y de los clientes. Tratamos de que los empleados vengan a trabajar en vehículos individuales. Hoy podemos decir que no hay problemas de abastecimiento”.
El mundo de los agronegocios
Sebastián Senesi, Director de la Maestría de Agronegocios de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, aseveró a este medio: “Estamos en una situación comúnmente llamada de cisne negro. No tenemos claro qué camino seguir. La incertidumbre es lo peor que le puede pasar a un inversionista. Tenemos que ir día a día”.
Y también planteó lo siguiente: “Ahora se abren las puertas para proceder en libertad. Nadie va a estar en desacuerdo con medidas políticas y económicas para enfrentar la situación. Hay que enfocarse en las medidas a tomar para que no decaiga la actividad. Nadie espera que la Argentina adopte una decisión inmediata sobre la renegociación de la deuda. Y para el campo es más preocupante la baja que se produce en los precios internacionales, que los tres puntos adicionales de aumento en las retenciones a la soja y sus derivados. Debemos instrumentar mecanismos para seguir produciendo y que no haya desabastecimiento. Con civismo, debemos tratar de hacer lo indispensable y dejar lo demás para otro momento”.
No son tiempos fáciles para ningún país. “Argentina cuenta con una ventaja, concluyó Matías Lestani: el sector agroindustrial, el de más rápida aceleración en su economía, cuenta con expertise y Know-how de nivel mundial. Genera saldo comercial ampliamente positivo y es el sector con mayor resiliencia del país: cuando todo se frena, el campo sigue produciendo”.
Fuente: Infobae, por Martín Melo.