En septiembre pasado, cuando la Bolsa de Cereales de Buenos Aires presentó sus previsiones para la campaña de granos gruesos, ahí se escuchó una primera señal de alerta: allí se dijo que si había marcha atrás con las políticas para el campo, esto es un regreso del intervencionismo tal cual lo conoció el sector durante el kirchnerismo hasta 2015, con cupos y ROE para exportar, el riesgo era que la producción de granos se estancara. En tanto, se afirmó que era factible una suba de casi el 35% en la producción, a 10 años, con políticas favorables para la actividad.
Definitivamente, y más allá de que hace dos semanas la vicepresidenta Cristina Kirchner pareció trazar algún indicio de ese regreso al intervencionismo cuando dijo que para 2021 había que alinear tarifas y precios, con énfasis en los alimentos, lo que el miércoles pasado ocurrió, con el cierre de las exportaciones de maíz, terminó de hacer carne un temor de los productores desde que asumió Alberto Fernández. El fantasma del pasado está de regreso y lo hizo con el cierre de exportaciones para ese cereal con el pretexto de asegurar el abastecimiento local.
Una a una se han caído todas las promesas del Presidente cuando estaba en campaña. A la Mesa de Enlace, cuando todavía vestía el traje de candidato, le dijo que no iba a tomar medidas restrictivas ni otras que implicaran cambios sustanciales sin antes hablar con el sector. No cumplió con esa palabra, por ejemplo, cuando ya en diciembre de 2019, al llegar al poder, subió las retenciones a la soja.
También parece haber quedado en el archivo la escenificación de buena sintonía cuando el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) lo fue a visitar para presentarle su propuesta de ley de fomento de la agroindustria. Está claro: ante una primer dificultad, este Gobierno está demostrando que su remedio es la intervención lisa y llana.
Lo que no tienen en cuentan las autoridades, desde la pobre performance de los funcionarios de Agricultura hasta de otros niveles de mayor decisión, son los daños ocultos de la medida.
«Incluso en el caso que el Gobierno levante la intervención en marzo 2021 (como lo haría según la comunicación oficial), la confianza de los productores ya queda dañada por esta decisión. Desde hoy los productores saben que el mercado del maíz puede intervenirse en cualquier momento», alertó Juan Manuel Garzón, economista del Ieral, de la Fundación Mediterránea.
«Por el lado de los consumos internos, también hay mensajes que no son buenos. ¿Para qué apurarse en comprar el cereal o para qué realizar coberturas si el Gobierno puede intervenir el mercado y bajar artificialmente el precio del mismo?», reflexionó Garzón.
Para Javier Buján, corredor y titular de Kimei, «no hay problema de abastecimiento como dicen». Hay un problema de fluidez de oferta afectada por la fenomenal brecha cambiaria. «¿Quién les garantiza que bajando el mercado la oferta aparecerá ?, se interrogó.
En el fondo, al recurrir a una receta simplista, típica del manual del interventor que desprecia la dinámica del mercado, lo que el Gobierno ha hecho fue barrer con lo que la administración de Mauricio Macri había hecho: sacar trabas y dejar que jueguen libremente las fuerzas de la oferta y la demanda.
Y no solo eso. Se olvidó de datos claves de lo que en su momento significó dejar de intervenir. Se dijo, por ejemplo en el último Congreso virtual de Maizar, que tras retirarse las trabas el cultivo tuvo un crecimiento del 60% durante las últimas cuatro campañas.
Por otra parte, mientras el PBI de la Argentina registró una caída del 4% entre 2015 y 2019, el producto bruto de la cadena del maíz se expandió un 45% durante esos años.
Se puede agregar mucho más sobre la importancia del cultivo y de toda su cadena. En rigor, sumando carnes y lácteos, en 2019 el valor agregado total se ubicó en los US$19.000 millones. El maíz, la carne y los productos vinculados con el uso del cereal han dejado ventas al exterior por más de US$10.000 millones.
Intervenido el maíz, muchos se preguntan si hay otro producto en la lista del Gobierno para avanzar. Garzón mira el caso de la carne vacuna.
«Los próximos mercados que sufrirán intervenciones, más o menos negociadas con los propios actores, son los de las carnes, en particular el de la carne bovina. Los precios de las carnes han subido mucho en las últimas semanas. Difícilmente se pueden esperar bajas por causas de mercado, así que es muy probable que el Gobierno intervenga en la exportación para lograr, a corto plazo, y en un año que habrá elecciones, mayor disponibilidad de producto y a menores precios», observó el experto de la Fundación Mediterránea. Está a la vista. El fantasma de la intervención del pasado está de vuelta.
Por Fernando Bertello.
Fuente: La Nación Campo