Ayer cuando el riesgo país escalaba a los 1.400 puntos y el blue amenazaba superar los $ 150, un panel de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires anunciaba que la cosecha 2020-2021 se reducía en volumen 6,1%. La buena noticia es que con el dólar débil y las mayores compras de China los precios mejoraron y el golpe no será tan fuerte en el ingreso de divisas. El próximo año está previsto que las exportaciones aporten US$25.156 millones, un 3% por debajo de 2020.
Los técnicos fueron cautos ya que el clima no parece acompañar y hay un 80% de probabilidades de una sequía intensa conocida como el fenómeno de La Niña. “El principal determinante para la siembra este año es el clima”, soltó Esteban Copati, jefe de estimaciones de la entidad. Malas noticias.
La superficie sembrada de los principales cultivos (soja, maíz, trigo, girasol, cebada y sorgo) llega a 33,1 millones de hectáreas, un 1,2% menor que en la campaña pasada. La cosecha llegará a 120,8 millones de toneladas, lo que muestra un proceso de reducción inquietante si se considera que en 2018-2019 se recolectaron 137 millones de toneladas, luego se descendió a 128,7 millones de toneladas en 2019/2020.
Nelson Illescas, de la Fundación INAI, se refirió a un escenario internacional muy complejo entre el COVID-19, la guerra comercial entre China y EE.UU., trabas al comercio por mayores requisitos. “Son factores con efectos disruptivos, como nunca antes habíamos tenido. Plantean grandes desafíos, pero también oportunidades”, soltó al comentar. Pero uno de los aspectos es el impacto del dólar débil tiene una correlación inversa con el precio de las materias primas, que se sitúan ahora en niveles previos a la pandemia. Claro que en el caso argentino los precios recibidos por el productor están afectados por la suba de las retenciones.
Otro dato es el precio de los insumos que han disminuido en comparación con los precios del producto y se mantienen por debajo de la campaña pasada. Este fenómeno junto a los créditos bancarios muchos a tasas subsidiadas explica el fuerte repunte de la venta de maquinaria.
Cuando se les preguntó qué salva al campo de una situación de semejante volatilidad, hubo coincidencia en el espíritu innovador de los productores. Así la inversión en tecnología y los avances explican cultivos se adaptan mejor; se adelantan o atrasan fechas de siembra. “La estimación sería menor de no existir estas innovaciones”, sostuvo Tejeda.
Se cree que en esta campaña y con la brecha entre el dólar soja o maíz respecto del blue será un incentivo a retener los granos. “La campaña 2019/20 ha tenido una comercialización muy particular. De inicio normal, se aceleró la venta de granos ante la llegada del nuevo gobierno y se retrasó en 2020. Se calcula que en el caso de la soja habría 8 millones de toneladas en poder de los productores de la vieja campaña”, señaló Tejeda en obvia alusión a que si existen incentivos el Gobierno podría contar con esos dólares.
En esta estructural falta de dólares de la economía, el campo tiene un gran protagonismo en la actual coyuntura. “Sostiene el crecimiento y las exportaciones en la primera parte del año, y asegura provisión de alimentos. Igual se ve afectado. Y en 2021 creemos que habrá una mayor presión fiscal”, deslizó Tejeda. Así las cosas la Bolsa estima que en 2021 aportaría a US$10.954 millones en retenciones, una mejora del 3,2%. «Caen todos los indicadores, pero crece la contribución del sector”, concluyó el economista Jefe de la Bolsa.
Fuente: Clarín Rural.