El mensaje de este sector -que prefirió bautizar esta ofensiva como “Lunes Verde” y no como “Lunes sin Carne”- invita a “reemplazar proteínas animales por vegetales por el bien de la Tierra y de todos los que vivimos en ella”.

“Sumate a esta iniciativa. Empiezan los lunes verdes”, dice el propio Cabandié en ese video. Luego, los diferentes participantes explican que esta decisión ayudará al planeta tierra, por cuanto se considera a la ganadería es una de las responsables de generar Gases del Efecto Invernadero (GEI) y la Argentina se comprometió a “limitar” sus emisiones para 2030.

“Reduciendo el consumo de carne disminuimos la emisión de gases de efecto invernadero, conservamos nuestros bienes naturales y mejoramos nuestra salud”, afirma el video en que aparece el titular de Ambiente. Allí además se enfatiza: “Sumá tu acción para combatir el cambio climático, la deforestación y la contaminación”.

Es el segundo cachetazo que recibe el sector ganadero argentino en los últimos días. Bichos de Campo informó el jueves que la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó la adhesión a la campaña internacional “Lunes Sin Carne”, que promueven entre otros el ex beatle Paul McCartney. El músico envió en enero una carta al presidente Alberto Fernández, reclamando una adhesión semejante de parte de todo el gobierno nacional.

En términos personales, el ministro Basterra no debe tener mayores objeciones, pues en varias ocasiones él se ha presentado como vegetariano: es decir que por razones respetables de salud decidió excluir las proteínas animales de su dieta. Pero en términos políticos, no debería quedarse callado: el trasfondo de esta campaña de difusión -surgida de los países del Hemisferio Norte- pretende demonizar la producción ganadera, atribuyéndole la mayor responsabilidad global en la emisión de GEI, mientras se disimulan las propias culpas de las actividades del propio ser humano, básicamente el transporte y el elevado consumo de energía a partir de la quema de hidrocarburos.

Cabandié, que dice poco y nada sobre estos asuntos, suma blasones para convertirse en el principal “denunciante serial” de la actividad agropecuaria argentina, que es la principal fuente de ingresos de este país en vías de desarrollo.

El ministro de Ambiente ya la ha acusado a la actividad de provocar los incendios en las islas; la quiere cercenar en determinadas zonas consideradas humedales; ha denunciado que los productores aplican venenos (en referencia al glifosato) y ahora acusa a las vacas locales de ser las mayores responsables de emitir GEI, cuando el propio inventario nacional no dice eso.

Mientras tanto, Basterra guarda silencio. Prefiere esquivar ese debate.

Pero debería hacerlo y promover un debate honesto dentro del gobierno, pues esta ofensiva contra la ganadería y la agricultura podría ser muy condicionante para las actividades productivas en el mediano plazo. En rigor, desde el mundo desarrollado -al calor de estas imputaciones- ya surgen regulaciones cada vez más estrictas, que podrían terminar condicionando a los productores locales.

Por este motivo, desde el IPCVA (Instituto de Promoción de la Carne Vacuna) se intentó ayer una tímida defensa del sector.  Afirma el documento emitido que que “la ganadería no es parte del problema, sino parte de la solución” al cambio climático.  La reacción del IPCVA, que nuclea a toda la cadena cárnica local, se originó no en este posicionamiento de Cabandié sino en la declaración de interés ambiental por parte de la Legislatura Porteña de la campaña “Lunes sin carne”.

“Es importante remarcar que nuestro sistema de producción mejora la fertilidad del suelo, evita la erosión y es beneficioso para la biodiversidad. Además, la carne vacuna es un alimento de alta calidad, rico en nutrientes esenciales como los aminoácidos de alto valor nutritivo que nuestro cuerpo no puede sintetizar en las cantidades adecuadas”, argumentó el instituto.

En ese sentido, el IPCVA (del que forma parte el propio Ministerio de Agricultura) recordó que en nuestro país, el aporte de la ganadería vacuna a las emisiones totales del planeta es de solo 0,15%.

“Se destinan aproximadamente 65 millones de hectáreas a la ganadería, tierras que no son aptas para la producción de otro tipo de alimento para el hombre. El uso de un área de tierra tan significativa a través del pastoreo implica que el secuestro de carbono (CO2) atmosférico en el suelo es más relevante de lo que se pensaba anteriormente”, explicó el documento, que no desconoce las emisiones de metano por parte de los bovinos y otras especies, pero advierte que el secuestro de GEI por parte de las pasturas podría ser mayor.

Los productores de carne tienen claro qué partido parece estar jugando Cabandié, que suele ponerse al lado de las causas ambientalistas y en contra de los productores con mucha frecuencia. “Cuando se habla de emisiones, el lobby de los países más industriales y contaminantes del mundo ha impulsado con una fuerte política comunicacional que se le preste atención exclusivamente a las emisiones pero no al secuestro. Ello pone en un pie de desigualdad a la producción de ganado vacuno, por ejemplo en nuestro país los factores por defecto provistos por el IPCC subestiman en un 32% la acumulación de carbono en la biomasa aérea de los renovales”.

En rigor, el IPCVA recordó que mucho de este discurso ante ganadero se basa en el “tan difundido Long Shadow Report (Informe de la Sombra Larga) de FAO (2006)”. Ese documento, que incluso fue citado en los considerandos del proyecto presentado en la Legislatura porteña, afirma que el ganado vacuno es responsable del 18% de los gases de efecto invernadero emitidos en el mundo.

Pero el IPCVA recordó que “el mismo equipo de la FAO revisó ese valor siete años después y bajó su estimación al 14,5%”, publicando otro documento más a tono con lo que dice el sector: Tackling Climate Change Through Livestock (Resolviendo el Cambio Climático a Través del Ganado) FAO 2013.

Y todo esto sin ingresar al debate sobre las propiedades nutricionales de la carne vacuna y otras proteínas animales. El documento del IPCVA se explaya sobre esto. Pero el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca todavía no debe hacerlo leído.

Fuente: Bichos de Campo.