El maíz le robó ayer el protagonismo a la soja, al subir otro 1,4% y al cerrar la rueda de negocios en la Bolsa de Chicago con un precio de 206,49 dólares por tonelada, el más alto desde mediados de julio de 2013. La escalada del cereal, que comenzó en agosto pasado, tiene como fundamentos la fortaleza de la demanda internacional, a la que en el presente ciclo comercial 2020/2021 se sumó China, un país que usualmente se abastecía con su propia cosecha, que supera los 260 millones de toneladas, y la escasez de oferta para responder a esa demanda ampliada en Estados Unidos y en buena parte del resto de los habituales proveedores, como Brasil, la Argentina y Ucrania, que se prolongaría, al menos, hasta el ingreso de la nueva cosecha en Sudamérica, hacia fines de marzo y principios de abril.
Desde el cierre de la rueda del 7 de agosto último, el valor del maíz en Chicago acumula una ganancia del 70,43%, al pasar de 121,16 a 206,49 dólares. Este valor sigue aún a distancia del récord histórico del grano grueso, alcanzado el 21 de agosto de 2012, con 327,25 dólares por tonelada.
En el mercado estadounidense ayer siguieron resonando entre los operadores los ecos de los informes publicados el martes por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), donde proyectó en baja las existencias y donde debió darse a la tarea de ajustar las cifras de consumo interno (forraje y etanol) y de ventas externas para no comprometer el abasto doméstico a lo largo de un ciclo comercial que recién atraviesa su quinto mes, tras una cosecha que concluyó en noviembre y que dejó un volumen que el organismo revisó con una baja de 368,49 a 360,25 millones de toneladas en su reporte mensual de estimaciones agrícolas, frente a la expectativa de los operadores de ver un volumen de 367,55 millones. Cabe recordar que en mayo pasado, en su primera valoración de la campaña 2020/2021, el propio organismo había calculado la producción de EE.UU. en 406,29 millones de toneladas que, clima mediante, quedó trunca.
Según el detalle publicado por el USDA anteayer, el consumo forrajero de maíz fue achicado de 144,79 a 143,52 millones de toneladas; el uso en la industria del etanol, de 128,28 a 125,73 millones, y las exportaciones, de 67,31 a 64,77 millones. Los dos primeros datos de ajustes tendrán un bajo impacto puertas adentro de Estados Unidos, dado que entre las consecuencias derivadas de la pandemia de Covid-19 se encuentran la caída de la demanda de combustibles y diversas problemáticas que afectaron al sector productor de carnes, desde el cierre de plantas por contagios hasta las menores compras de restaurantes y cadenas hoteleras.
Sin embargo, el recorte en la expectativa de exportaciones va a contramano de la muy buena performance que las ventas estadounidenses vienen evidenciando mes tras mes. Tan es así que antes del ajuste hecho anteayer por el organismo ya estaba comprometido el 65% del volumen proyectado para todo el ciclo comercial (va de septiembre a agosto), por encima de 49% que es el promedio histórico para esta altura de la campaña. Ayer mismo el USDA confirmó una nueva operación de venta de maíz por 396.300 toneladas hacia destinos no especificados. Claramente, el achique de las exportaciones en el principal proveedor mundial de maíz fue una cuestión de necesidad y no de gusto.
Pero si todos estos ajustes incluidos en el informe mensual de estimaciones agrícolas sorprendieron al mercado y expusieron la estrechez entre la oferta y la demanda, todavía mayor resultó el asombro de los operadores al ver los datos contenidos en el reporte trimestral de existencias al 1º de diciembre. En efecto, allí el USDA hizo algo que pocas veces hace, revisar el dato de reservas del trimestre anterior al que está dedicado el nuevo trabajo técnico. En esta «excepción», redujo de 50,67 a 48,76 millones de toneladas el stock al 1º de septiembre de 2020. Ese dato implicó que el ciclo 2020/2021 arrancó con casi 2 millones de toneladas menos que las previstas por los privados, un volumen que parece insignificante para un país que produce más de 360 millones de toneladas, pero que en la hoja de cálculos de un mercado tan ajustado como el actual puede generar cimbronazos sobre los precios.
Y a los fines del relevamiento de las existencias de maíz al 1º de diciembre de 2020 en los Estados Unidos, los 1,92 millones menos de la campaña 2019/2020 y los 8,24 millones menos de la cosecha 2020/2021 quedaron plasmados sobre un volumen publicado por el USDA de 287,58 millones de toneladas, que quedó lejos de los 303,57 millones previstos, en promedio, por los operadores.
En síntesis, tras todos los movimientos hechos por el USDA, las existencias finales de la campaña 2020/2021 en EE.UU. fueron estimadas en 39,42 millones de toneladas, un 8,81% abajo de los 43,23 millones del informe mensual anterior y también abajo de los 40,62 millones previstos por el mercado. Así, el nuevo dato oficial resulta el más bajo desde los 31,29 millones de toneladas del ciclo 2013/2014.
A la escasez que se evidencia en los Estados Unidos se suma la menor disponibilidad de maíz en Ucrania, el cuarto proveedor mundial de maíz, que en la cosecha 2020/2021 obtuvo, según el USDA, 29,50 millones de toneladas, debajo de los 35,89 millones de la campaña 2019/2020. Esa caída productiva tiene su correlato en la proyección de exportaciones, que retrocede de 28,93 a 24 millones. Pero incluso llegar a ese volumen rebajado está en duda por estos días, dado que ayer ganaderos y productores avícolas ucranianos le reclamaron al gobierno que limite las ventas externas a un máximo de 22 millones de toneladas, para garantizar el abasto interno.
Y si bien Rusia no es un jugador relevante en el comercio de maíz, con exportaciones totales previstas en 3,10 millones de toneladas, la propuesta hecha ayer por el ministro de Agricultura de ese país, de imponer aranceles a las exportaciones de maíz y de cebada desde el 15 de marzo próximo, sumó al clima de tensión en el mercado del grano grueso, no solo por la caída de la oferta global, sino por la posibilidad de que se multipliquen las medidas restrictivas sobre el comercio. Vale recordar que el gobierno ruso ya dispuso gravar con un arancel las ventas externas trigo entre el 15 del mes próximo y fines de junio, con el argumento de la necesidad de contener la suba interna del valor de los alimentos.
A lo ya expuesto desde el lado de los proveedores de maíz del hemisferio norte se agrega el agotamiento de las ofertas de Brasil y de la Argentina, que atraviesan el último trimestre del ciclo comercial 2019/2020. Y de cara a la nueva campaña en estos países, ayer también hubo dos noticias que podrían contribuir a acentuar la firmeza de los precios.
En primer término, la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), dependiente del Ministerio de Agricultura de Brasil, redujo de 102,59 a 102,31 millones de toneladas su previsión sobre el volumen de la cosecha total de maíz brasileño, con exportaciones previstas en 35 millones de toneladas. Mas allá del leve ajuste en la producción, lo que impacta sobre el mercado es el hecho de que las cifras oficiales resultan inferiores a las previstas anteayer por el USDA de 109 y de 39 millones de toneladas, respectivamente.
Y en segundo lugar, en su primera estimación oficial del ciclo 2020/2021, la Bolsa de Comercio de Rosario estimó la cosecha argentina de maíz para grano comercial en 46 millones de toneladas, un volumen que quedó debajo de los 47,50 millones previstos por el USDA en su informe mensual, en el que llegó a dicha cifras tras recortar su previsión de diciembre, que era de 49 millones de toneladas.
Tanto en Brasil como en la Argentina, lo que ocurra con el clima en las próximas semanas tendrá un correlato sobre las pizarras de la Bolsa de Chicago, sobre todo si las recientes lluvias que contribuyeron a mejorar la condición de los suelos no son sucedidas por nuevos aportes que les permitan a los cultivos atravesar las etapas críticas con buena provisión de humedad.
Demanda recargada
Desde el lado de la demanda, China es el comprador que está modificando la calma de los últimos años. Ocurre que de comprar 4,48 y 7,6 millones de toneladas en las dos campañas precedentes ahora pasaría a importar 17,50 millones de toneladas, según los cálculos del USDA. Esta mayor necesidad de compra responde al trabajo de recomposición del rodeo porcino que se está dando en ese país tras las fuertes pérdidas que generó la fiebre porcina africana, que barrió con más del 40% del total de animales en existencia desde agosto de 2018, cuando irrumpió la enfermedad.
Hoy, que la tasa de cría de porcinos y que las existencias se encuentran en franco crecimiento, el gobierno de Xi Jinping tiene en claro que, además, para responder a la demanda de carnes de una sociedad en constante crecimiento, se debe mantener fluida la oferta de raciones para los bovinos y para las aves de corral, algo que se consigue no solo con el incremento en las compras de maíz, sino también, con la previsión de importaciones por cerca de 100 millones de toneladas de poroto de soja.
Según las previsiones del USDA, con los 17,50 millones de toneladas que China importaría a lo largo del ciclo 2020/2021 supera en la lista de los grandes compradores a México, que queda con 16,50 millones; a Japón, con 16 millones, y a Egipto, con 10,30 millones. Sólo queda detrás de los dos grandes bloques importadores, los países del sudeste asiático, con 18,05 millones de toneladas, y la Unión Europea más el Reino Unido, con 18 millones.
Mercado local
En el nivel local, ayer las pizarras del Matba Rofex reflejaron subas de US$3 para los contratos enero y marzo del maíz, que cerraron con ajustes de 208,50 y de 209 dólares por tonelada. La posición abril aumentó US$2,50 y quedó en 212,50 dólares por tonelada, uno de los niveles históricos más altos para el contrato que marca la entrada de la nueva cosecha. Respecto del cierre del 7 de agosto pasado, ésta última posición ganó un 54,55% desde los 137,50 dólares de entonces.
En el mercado físico ayer no hubo ofertas abiertas de los exportadores por el grano con entrega inmediata, pero sí elevaron de 205 a 210 dólares por tonelada la propuesta por el maíz con descarga durante el mes próximo sobre el Gran Rosario. La misma transición positiva se registró para el cereal de la próxima cosecha, para las entregas entre marzo y abril.
En función del tipo de cambio comprador, cotización divisa, del dólar del Banco Nación -85,35 pesos por dólar-, al que se pesifican las operaciones granarias que se pautan en dólares pero que se cobran en pesos, los 210 dólares fueron equivalentes a 17.923,50 pesos por tonelada.
Para hoy, el FAS teórico del maíz (capacidad de pago de los exportadores) fue calculado por el Ministerio de Agricultura de la Nación en 18.207 pesos por tonelada.
En cuanto al valor FOB del maíz en los puertos argentinos, ayer creció de 261 a 263 dólares por tonelada, pero desde el cierre del 7 de agosto último este indicador que marca el precio del exportación del grano argentino trepó un 70,78% desde los 154 dólares vigentes entonces.