No hay ninguna medida o anuncio que pueda hacer el Gobierno que convenza a los productores de vender su soja. La matriz de tal decisión no tiene que ver con la baja o quita de retenciones, sea esta temporal o provisoria.
La cuestión es mucho más profunda y tiene que ver con dos áreas de la mente de los productores que actúan como disparadores de su decisión: desconfianza e incertidumbre. El primero tiene que ve con la palabra, muy devaluada por cierto, por el Ejecutivo. Y en cuanto al segundo, solo hay que analizar cómo esta la brecha entre el dólar soja y el resto de las opciones para tomar conciencia que la realidad es una sola, imposible de cambiar con palabras o medidas insuficientes.
La incertidumbre reinante en todos los actores de la economía se puede visualizar en la actual brecha cambiaria si el productor decidiera pesificar sus activos. El dólar oficial del Banco Nación acaricia los $80, el que sirve de referencia para liquidar divisas de soja, mientras tanto, el dólar soja se cotiza a $54.
Además, y este es el tema central que deberían tener en cuenta las autoridades, los productores no tienen soja y maíz sin vender, tienen dólares sin liquidar. Su cosecha se cotiza en dólares por tonelada en el mercado internacional y además se liquida al tipo de cambio oficial Banco Nación, que se devalúa a un ritmo del 3% mensual.
¿Qué productor, racional, va a salir de su soja o del maíz en dólares para hacerse de pesos, si la sola devolución mensual que ajusta el Banco Central equivale a la quita del 3% en las retenciones? El productor no come vidrio y si lo mastica no lo traga.
Vemos que el Gobierno tiene una creatividad negativa en su rol de Estado protector para restringir el acceso al dólar, pero no hay iniciativa, ni visión estratégica, ni creatividad positiva -o no la demuestra- para tentar a quienes tienen los dólares a que se desprendan de ellos o para tentar a los productores de soja a venderla y a quedarse en pesos.
Si las medidas anunciadas no tienen la convicción, ni la certeza de influir y de generar confianza entre la comunidad agropecuaria y no lograron disipar la incertidumbre, los productores no van a vender un solo kilo más de soja.
Hablando del impacto económico, la soja retenida por los productores equivale a US$9840 millones y en el caso del maíz, son US$1805 millones. Entre los dos cultivos, US$11.645 millones en divisas y US$3500 millones en concepto de ingresos al Estado por retenciones.
Estamos en un momento cada vez más difícil desde el punto de vista económico, a pesar del cepo XL, el ciudadano de a pie sigue comprando dólares y el Banco Central sigue perdiendo reservas diariamente. El Gobierno podrá pensar: «Les pido que generen pesos y me responden sin vender la soja».
Por Pablo Andreani. El autor es fundador de Guru Market
Fuente: La Nación Campo