Esta semana el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) público su primer informe de oferta y demanda mundial y por países de la próxima campaña 2021/2022. En el caso de las estimaciones de maíz y de soja en los Estados Unidos el organismo mantuvo con muy pocos cambios lo proyectado en febrero durante su Foro Anual.
Llama la atención que desde febrero a la fecha el USDA no haya detectado ningún cambio en las intenciones de siembra de ambos cultivos, ningún efecto del clima sobre la evolución de la siembra y el estado de los cultivos. Veamos, por ejemplo, Dakota del Norte y Dakota del Sur están sufriendo una sequía grave a severa, al igual que el noroeste de Iowa y noreste de Illinois, con un comienzo de sequía grave, estos últimos, los dos principales Estados productores de soja y de maíz de EE.UU.
Sin dudas estaríamos ante un escenario muy alcista para los precios, tanto de maíz como de la soja. La realidad me permite dudar si realmente estos números, me refiero a las estimaciones de soja y de maíz estadounidenses, se pueden confirmar y sostener con el paso del tiempo, de aquí hasta la cosecha.
Por ello destaco que se necesitan 100 días y 100 noches de clima perfecto para que estos números estimados por el USDA, que considera rindes en el rango de los récords en maíz (112,4 quintales por hectárea) y en soja (34,1 quintales), puedan confirmar y consolidar los números estimados de producción.
Esta es la esperanza argentina y brasileña, pues la menor oferta de exportación de soja y de maíz de los Estados Unidos deberá ser compensada por las mayores exportaciones de los países de Sudamérica. En el caso del maíz la Argentina corre con mayor ventaja que Brasil, pues la única oferta en volumen de maíz para el mercado mundial se está produciendo ahora desde las pampas argentinas, en plena cosecha de los maíces tempranos. En el caso de soja será Brasil quien ocupe el vacío que dejan las exportaciones estadounidenses, pues nuestro país estará más ocupado en abastecer la demanda mundial récord que se proyecta para la harina y para el aceite, donde la Argentina es el primer exportador mundial de ambos productos.