Salida de Argentina de las negociaciones del Mercosur: riesgos y consecuencias. Por R. Negri, G. Bernaudo y S. Hardie

En la reunión de Coordinadores sobre relacionamiento externo del Mercosur, el 24/04 el Secretario de Relaciones Económicas Internacionales de nuestro país anunció que la Argentina se retira de las negociaciones en marcha y de las futuras a realizarse, pero que no será obstáculo para que las mismas sean continuadas por el resto de los países del bloque.

Esta figura es inexistente en el Tratado de Mercosur. En su Decisión de Consejo 32/00 se reafirmó el compromiso de los Estados Partes de negociar en forma conjunta acuerdos de naturaleza comercial con terceros países o agrupaciones de países extrazona en los cuales se otorguen preferencias arancelarias. El mismo Secretario argentino en su alocución reconoció la imposibilidad de concretar su propuesta con la normativa vigente y supuso que implicaría modificaciones en el Tratado de Mercosur que actualmente nos rige.

Cabe evaluar qué consecuencias podrían traer a nuestro país las decisiones que el resto de los países miembros consideren pertinentes frente a la novedosa situación planteada.

Antecedentes

Argentina ha sido históricamente un país cerrado al comercio internacional, ubicándose entre los 10 países con menor índice de Comercio Exterior Total en relación a su PBI, 31% para 2018 contra un 59% del promedio mundial. El ratio argentino se encuentra en el rango de valores pre globalización en los que se encontraba el mundo hace 30 años.

La expansión del comercio mundial, que comenzó en la década de 1990, encontró a la Argentina en el Mercosur, con un acuerdo aduanero imperfecto. Desde entonces otros países de la región como Chile, Colombia, Perú y México han suscripto entre 35 y 50 acuerdos arancelarios mientras los países del Mercosur apenas alcanzan un tercio de esa cantidad, permaneciendo como uno de los bloques más cerrados de su escala a nivel global.

El Mercosur revisó su posición y se encaminó tardíamente a un proceso de apertura, logrando en junio de 2019 cerrar las negociaciones que llevaba durante 20 años con la Unión Europea. Este es en uno de los acuerdos más importantes realizados a nivel global, con 800 millones de consumidores y más de un 20% del PBI mundial involucrado, eliminando los aranceles para más del 90% de las exportaciones de Mercosur y facilitando las oportunidades de inversión externa en nuestro país. El cierre de las negociaciones con EFTA fue el siguiente paso concretado en agosto 2019.

En este camino de apertura a través de tratados de libre comercio se encuentran actualmente en curso negociaciones con Canadá, Singapur y Corea del Sur entre otros países.

Una primera visión oficial de la situación planteada, propone que los efectos para nuestro país se limitarían a no ser parte de la negociación de los acuerdos de libre comercio en negociación con los 3 países mencionados, que representan en conjunto 95 millones de consumidores, un 4,4 % del PBI Global e importaciones de mercaderías por más de 1.350 millones de dólares, ni de los que se concreten posteriormente.

Esta visión es incompleta. Las consecuencias de abandonar unilateralmente las negociaciones en curso, podrían afectar no sólo los nuevos acuerdos, sino también la condición actual de nuestro país en el Mercosur. Dicho cambio afecta no solamente el comercio actual de bienes y servicios, sino que también afectará las inversiones extranjeras presentes o futuras para nuestro país.

Mercosur en su doble rol de mercado privilegiado y plataforma extra zona

Pensar que el único impacto de esta decisión sería no ser parte de los nuevos acuerdos en negociación es una visión incompleta, porque como ya se mencionó, la figura de “acuerdo arancelario parcial” del Mercosur con terceros países no existe en el marco del Tratado y, más aún, es contradictoria con aquél. Salirse de las normas de Mercosur o pretender cambios en ellas por intereses unilaterales no sería gratuito.

El mayor aporte que el Mercosur puede hacer a nuestra economía en un proceso de reactivación post pandemia, es ser la plataforma de inserción en el mundo a través de la ampliación de tratados arancelarios, negociando como bloque, con el diferencial que ello implica en materia de mercados, PBI, habitantes, etc. Esto no significa hacerlo a costa del mercado intra región, sino a partir del mismo y considerando, cómo se hizo en las negociaciones con UE, las condiciones de cada producto en el mercado interno para que tenga la adaptación necesaria a la modificación arancelaria.

El Mercosur tiene para Argentina un doble rol: es su principal mercado, y además es la plataforma productiva, laboral y geopolítica que lo potencia para su inserción comercial internacional. Y ello no puede ser descuidado ni puesto en riesgo.

Modificaciones en las condiciones en que nuestro país comercie intra Mercosur, generadas a partir de un cambio de la condición societaria, impactarían negativamente sobre el 20% de nuestras exportaciones y sobre el 30% de nuestras importaciones que son intra zona.

Por otro lado, estas noticias abren una enorme ventana de incertidumbre para los acuerdos con la Unión Europea y EFTA. Cualquier alteración de nuestra forma de participación en el Mercosur automáticamente generará enormes complicaciones jurídicas y políticas para la puesta en vigencia de estos acuerdos.

Los riesgos de perder un mercado privilegiado

La participación como socio pleno de Mercosur nos permite acceder en condiciones preferenciales al mercado brasileño, y gran parte de nuestra economía está organizada en función de esta posibilidad. Cualquier modificación en las reglas del Mercosur alteraría esta situación y podría hacerlo en forma muy negativa, si no fuera parte de un proceso acordado entre todas las partes.

Brasil representa el principal destino de nuestras exportaciones totalizando más de 10.300 millones de dólares en 2019. . La industria automotriz en su conjunto y muchas cadenas agroindustriales dependen del mercado brasileño. El 40% de nuestras exportaciones a ese país están vinculadas a la industria automotriz y el 32% son productos agroindustriales.

Si bien el Mercosur representa el 10% de nuestras exportaciones totales de productos agroindustriales, en algunas cadenas es el principal cliente. Es el caso del trigo, con un volumen de exportaciones de 1.165 millones de dólares, lo que representa el 47,6% de las exportaciones totales de este cereal. Algo similar sucede con la harina de trigo, que con una exportación de 104 millones de dólares, equivale al 48,4% del total exportado. Por otro lado, la cadena de valor de la cebada cervecera y la malta, tienen a Brasil como destino del 62% de sus exportaciones, por un valor de 394 millones de dólares.

Varias economías regionales concentran también sus exportaciones en Brasil como el ajo (81%) con exportaciones a ese destino por 107 millones de dólares, las peras (30,8%)  y las manzanas (26,9%) representan en conjunto 97 millones de dólares; las aceitunas (80,1%) y el aceite de oliva (31,4%) suman 78 millones de dólares; el poroto negro (71,5%) por 70 millones de dólares y los principales conceptos de arroz (28,1%) que totalizan exportaciones a Brasil por 42 millones de dólares.

También tiene gran relevancia Brasil para la industria de los quesos, donde la mozzarella tiene su principal destino (40,8%), es el segundo para los quesos duros (23,3%) y el tercero para los semiduros (20,2%), por un total de exportaciones en los tres rubros de 70 millones de dólares. La pesca, el vino y otra gran cantidad de productos con destinos más diversificados no dejan por eso de tener en Brasil un cliente relevante.

Con toda la relevancia que Brasil tiene para nuestras exportaciones, no faltan las dificultades administrativas y sanitarias para concretarlas. Las ventajas del régimen arancelario vigente en Mercosur son una condición determinante para el comercio de muchos de estos productos. Una flexibilización del Arancel Externo Común (AEC) o los acuerdos arancelarios con terceros países deben ser parte de la inserción de la región en el mercado global, y pueden realizarse en un proceso gradual o incluso regulado por cuotas. Cualquier modificación repentina de las condiciones comerciales intra Mercosur sería crítico para la supervivencia de muchas de las actividades mencionadas. Una reacción no deseada de nuestros socios al planteo realizado por Argentina con respecto a futuras negociaciones, podría tener este tipo de implicancias.

Los riesgos frente al Mercosur como plataforma extra zona

De darse la posibilidad no prevista en el Tratado de Mercosur, de que existan acuerdos arancelarios que incluyan a nuestros socios pero no a nuestro país, enfrentaríamos dos situaciones serias para nuestro comercio exterior. Por un lado competiríamos en inferioridad de condiciones con nuestros socios en esos destinos, y por otro correríamos el riesgo de ser desplazados del mercado brasileño por productos de terceros países beneficiados por los nuevos acuerdos. No participar de las negociaciones para establecer plazos o cuotas en los cambios arancelarios que el resto de Mercosur acuerde, solamente puede generar peores condiciones para nuestros productos de exportación.

Otro riesgo a considerar, frente a una potencial alteración de nuestra condición societaria en el Mercosur, es que generen dificultades jurídicas y políticas que pongan en duda nuestra participación en los acuerdos con Unión Europea y EFTA. El peor de los escenarios es que las condiciones favorables de acceso a ese mercado se conviertan en una ventaja competitiva de nuestros socios frente a nuestro país.

El 63% de las exportaciones argentinas a la Unión Europea son bienes agrícolas, y el acuerdo birregional suscripto implica que UE liberalizará el 99% de las importaciones agrícolas del Mercosur. En este sentido, para el 81,7% de los productos eliminará los aranceles de importación. En tanto que para el 17,7% restante ofrecerá cuotas o preferencias fijas. Sólo se excluyen algo más de 100 productos. Perder la oportunidad de acceder sin aranceles al mercado europeo cuando lo hagan nuestros socios del Mercosur no sólo pone en riesgo las posibilidades de crecimiento de nuestras exportaciones sino que reducirá nuestra participación actual en ese mercado.

La Inversión Extranjera Directa (IED) europea se multiplicó por 6 en Sudáfrica, y por 3 en México en el período de 10 años posteriores a la firma de sus acuerdos con la UE. No podemos correr el riesgo de que esas inversiones imprescindibles para el desarrollo de nuestro país encuentren más dificultades para concretarse a las ya existentes.

Consideraciones finales

Lo imprevisto del planteo argentino en Mercosur y la seguridad de que el mismo sólo puede ser atendido modificando las reglas vigentes del Tratado, implica una serie de riesgos que no se ven compensados por ningún plan o proyecto alternativo.

Modificar las reglas vigentes o cambiar nuestra condición societaria en Mercosur no será nunca un proceso gratuito y puede afectar seriamente nuestro acceso al mercado brasileño, la competencia con terceros países en ese mercado y nuestra competitividad frente a nuestros socios.

Aunque se pretenda excluir de la nueva situación los acuerdos alcanzados con UE y EFTA nada garantiza que las dificultades jurídicas y políticas que la decisión del Gobierno argentino puedan generar, nos terminen alejando de dichos tratados y de las ventajas que implican para nuestro país.

Frente a los nuevos acuerdos en negociación o a negociar, no participar del proceso implica perder la oportunidad de plantear las posiciones, alícuotas, salvaguardas, plazos y condiciones generales para los productos que puedan ser más sensibles para nuestro país. Ninguna situación es más desfavorable que no participar de las negociaciones mientras lo hacen nuestros socios, ya que ellos serán los que negociarán también en nombre de Argentina.

La decisión tomada por nuestra Cancillería parece no haber evaluado seriamente los riesgos en los que estamos incurriendo o, lo que sería peor, podría ser la primera etapa de un proyecto de severa restricción del comercio y de aislamiento de nuestro país.

La necesidad de reactivar nuestra economía en la etapa post pandemia es absolutamente imposible si no está acompañada de la expansión de nuestras exportaciones, el aumento de nuestra producción y la atracción de inversiones extranjeras.

Pese a la incertidumbre respecto del estado en que se encontrará la economía mundial en el corto plazo por los efectos de la pandemia, hay una coincidencia generalizada de que las condiciones relativas serán favorables a los países productores de alimentos. Debemos aprovechar esa circunstancia para insertar nuestros productos en más mercados y en mejores condiciones, y siendo realistas, ello solamente será posible actuando dentro del Mercosur, fortaleciendo y ampliando nuestros acuerdos, y no debilitándolos.

El tren seguirá su marcha, no permitamos que el vagón de Argentina quede abandonado en el medio de la vía.

 

Ricardo Negri.

Ing. en Producción Agropecuaria (UCA) y MBA (IAE). Ha sido Presidente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA); Secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación; y jefe de la Unidad de Investigación y Desarrollo de AACREA.

Guillermo Bernaudo.

Ingeniero Agrónomo (UBA). Es director de empresas agroindustriales. Ha sido Secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación; y Jefe de Gabinete, en el Ministerio de Agroindustria de la Nación.

Santiago Hardie. 

Abogado (UBA). Ha sido Secretario de Agricultura Familiar, Coordinación y Desarrollo Territorial, en el Ministerio de Agroindustria de la Nación; y Gerente General de la Fundación Pensar.

Fuente: Nuevas Generaciones.