El gobierno argentino, desesperado por resolver de manera urgente una crisis cambiaria, acaba de tomar una decisión que tiene un marcado contenido geopolítico a escala global.
El ministro de Economía, Sergio Massa, junto al Embajador chino en la Argentina, Zou Xiaoli, anunciaron este miércoles la activación de un “swap” con China que permitirá que a partir del próximo mes mayo se empleen yuanes para abonar importaciones provenientes de la nación asiática.
El monto en cuestión es ínfimo, una suma equivalente a 1040 millones de dólares, pero la Argentina –con una Banco Central huérfano de divisas– cada dólar cuenta y para el país conducido por Xi Jinping se trata de un nuevo gesto orientado a construir su liderazgo global.
En el reciente viaje oficial que el gobierno brasileño hizo a China uno de los temas clave tratados fue, precisamente, crear canales financieros para poder habilitar el comercio entre ambas naciones por medio de yuanes.
Esa iniciativa es solamente un apéndice de un proyecto mucho más ambicioso que se está gestando en el ámbito de la asociación de países BRICS –integrado por China, India, Brasil y Sudáfrica–, el cual pretende crear medios alternativos de pagos en los flujos comerciales realizados entre esas naciones para evitar el uso del dólar estadounidense. En el próximo evento de los BRICS, que se realizará en agosto de 2023 en Sudáfrica, esa cuestión formará parte central de la agenda de trabajo.
Argentina tiene un déficit comercial crónico con China, lo que implica que el país importa mucho más de lo que exporta a la nación asiática. En el primer trimestre de este año, según el último dato oficial disponible 8Indec), el déficit comercial con China fue de 1290 millones de dólares, lo que representa un fracaso como país, pues el mayor importador mundial de productos agroindustriales no tiene como cliente a una nación que se vanagloria de ser un gran exportador de tales bienes.
En el año 2022 Argentina empleó 599,2 millones de dólares para importar glifosato, la mayor parte de los cuales (92%) se destinaron a China. La nación asiática también abastece de fertilizantes a la Argentina: en 2022 el 23% de los 824 millones de dólares que se emplearon para importar fosfato monoamónico se explicaron por envíos realizados por fabricantes chinos.
Como el país tiene un déficit comercial con China, claramente el acuerdo realizado con el gobierno de ese país representa una suerte de crédito comercial, pues en el “swap”, que en inglés significa intercambio, Argentina recibe yuanes para facilitar importaciones y China recibe pesos argentinos para (mejor no decir para qué).
Para China, con apenas un “moneda”, el negocio es perfecto, pues muestra a EE.UU. que, así como consolidó su poderío industrial, tecnológico y comercial, va camino a hacer lo mismo en el ámbito cambiario y también militar.
La noticia, por supuesto, no caerá bien en los ámbito de poder de EE.UU., donde funcionarios argentinos están gestionando un “rescate” cambiario por instrumentar a través de un acuerdo extraordinario con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Fuente: Bichos de campo.