Patricio Grassini, de la Universidad de Nebraska, fue el primer orador del Simposio Fertilidad 2023: «Se suponía que iba a ser una estadia de tres años y fue algo permanente», contó el agrónomo egresado de la Facultad de Agronomía de la UBA, que se fue a Estados Unidos en 2010 con una beca.
Brecha de rendimiento en Argentina
Grassino buscó mostrar qué tan lejos están los productores argentinos del rendimiento potencial: «En trigo y maíz el productor argentino alcanza en promedio un 50% del rendimiento», reveló.
«La cantidad de nutrientes que se aplican en los dos cereales es considerablemente baja», agregó. Además, manifestó que «cuando uno calcula los balances de nutrientes, encuentra que Argentina tiene balances largamente negativos de nutrientes. Con las dosis de fertilizantes actuales no vamos a poder cerrar las brechas de rendimiento y la salud de nuestros suelos no va a mejorar».
«Si queremos ser serios para producir más hace falta aumentar la dosis de nutrientes», ratificó y advirtió que los balances de nutrientes en Argentina son más bajos que en África: «Tenemos productores de primer mundo, pero balances de nutrientes del tercer mundo».
Grassini alertó que “los sistemas de producción están bien por debajo de alcanzar el 80% del potencial de rindes por falta de nutrientes, manejo inadecuado, impacto de las malezas, insectos y enfermedades”, situación que alcanza específicamente a la Argentina, que es uno de los países que menos nutrientes repone tal cual figura en el Atlas Global de Brechas que elabora la Universidad de Nebraska relevando 70 países.
¿Por qué no se fertiliza en Argentina? «Tenemos una historia de agricultura mucho más corta que en otros lugares del mundo. En Asia el arroz se cultiva desde hace tres milenios y el maíz en Estados Unidos desde hace 150 años. Son sistemas que en algún momento llegaron al déficit y comenzaron a aplicar nutrienes. Argentina tiene menos años de agricultura, está la idea de los suelos vírgenes pampeanos. Los suelos pueden dar nutrientes, pero si apuntamos a rendimientos altos hace falta aplicar más fertilizantes para sostenerlos», respondió Grassini.
También apuntó a que otra de las razones es que se piensa que cortando costos se va a aumentar la ganancia neta: «En realidad encontramos que (la ganancia) está relacionada con el nivel de rindes y no de costos. Debemos tratar de identificar oportunidades para apuntar a una productividad más alta y mantener la salud del suelo para las próximas generaciones».
Al mismo tiempo, señaló que las comparaciones son injustas al evaluar el sistema argentinos vs. el de Estados Unidos, «porque no se tiene en cuenta el nivel socioeconómico». «Argentina tiene que mirar a los productores que alcanzan altos rendimientos para ver qué hacen, pero de un mismo país. Hay más valor de referenciarse a los productores locales que tratar de comparar con los de afuera»,
Durante su presentación en el Simposio Fertilidad 2023, Grassini ratificó la afirmación de que, en la actualidad, la brecha de rendimientos -el resultado de cosecha versus el potencial-, “está menos limitada por el aporte de agua y más por el manejo” que realiza el productor, haciendo la salvedad de que no hablaba del reciente caso de Argentina que padeció una de las mayores sequías de su historia agrícola.
En este sentido afirmó que “hay una brecha de rendimientos muy grande para explorar a través de la intensificación de los sistemas de producción” evitando de esta forma “la expansión de cultivos a expensas de sistemas que debemos preservar”. Y enfatizó que “hay un doble desafío de producir más en las tierras ya cultivadas, pero justificando las prácticas de manejo”.
El ingeniero agrónomo graduado en la UBA enumeró como “lista de metas”: alcanzar rindes promedio de 80% respecto del potencial; mejorar en eficiencia de agua, nitrógeno y energía; reducir los GEI; la rentabilidad; incrementar la productividad; mantener el incremento de los stocks de carbono y nutrientes; el manejo integrado de plagas; y tener objetivos de biodiversidad.
Expuso luego tres ejemplos de oportunidades para cerrar las brechas de rindes. Citó el caso de los maíces bajo riego por pivots que empezaron a realizar los productores de Nebraska con los cuales alcanzan producciones anuales estables de 14 toneladas, y que completan además con cambios en el manejo del cultivo, como un aumento en la densidad de plantas, aumentos en los aportes de nitrógeno y aplicación de fungicidas.
El segundo caso fue el de análisis de lotes de producción de soja en el Corn Belt (el cinturón maicero estadounidense) que permitió una mejora global en los resultados de los productores.
Y el tercer caso de oportunidad de reducción de brechas es el de Argentina, donde la diferencia entre los resultados y el potencial es del doble en el caso de los cereales y de un tercio en la soja. “En dosis promedio de fertilizantes, Argentina es la que menos aplica. El país tiene un rinde alcanzable en maíz de 11 toneladas, igual que el de Estados Unidos, pero Argentina aplica una tercera parte. Se aplica menos nitrógeno que en África”, acusó.
“El futuro es desafiante: hay que incrementar los rindes y no hay que esperar el aporte de las nuevas tecnologías, pero si del uso del agua y del nitrógeno”, insistió.
Como mensajes finales, Grassini dejó los siguientes:
Aumentar los rindes y reducir el impacto ambiental negativo de la agricultura actual.
Apuntar a obtener rendimientos del 80% del potencial.
Priorizar opciones que contribuyan a las metas de intensificación sustentable.
Análisis de datos de los productores.
Fuente: Agrofy news.