El Niño no se está portando bien en Brasil. Mientras en el sur del país les piden una tregua a las lluvias, que llegaron a anegar campos en zonas de Rio Grande do Sul y de Paraná, en el centro y en el norte miran al cielo en busca de algún signo que les permita esperanzarse con una pronta reversión del prolongado déficit de humedad que demoró la siembra de soja –su progreso ronda el 94% del área prevista–, que obliga a resembrar lotes y que ya está afectando el potencial de rinde de las plantas en Estados clave como Mato Grosso.
Ante ese estado de situación se va generando consenso entre los estimadores privados en cuanto a que está en riesgo la chance de lograr un nuevo récord con la oleaginosa en la campaña 2023/2024, luego de los 154,61 millones de toneladas levantados en el ciclo precedente. No lo descartan, en función de que el área cubierta se estima como la más grande histórica, con 45,31 millones de hectáreas según el cálculo de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), pero advierten que las probabilidades se achican tras cada día que transcurre entre olas de calor y precipitaciones inferiores a las normales de la mitad hacia arriba del mapa.“Recién ahora buena parte de los estimadores privados está de acuerdo en que la cifra será menor a lo que imaginaron, posiblemente mucho menor que los optimistas 160 millones de toneladas que se predijeron inicialmente”, señaló a LA NACION Raphael Mandarino, director de la filial brasileña de la consultora estadounidense AgResource. Agregó que la firma hoy prevé 155 millones de toneladas para la cosecha de soja, aunque auguró serias chances de caer a un rango de entre 152 y 153 millones de toneladas, lejos de los 160,18 millones proyectados por la Conab en su informe mensual de diciembre y de los 161 millones pronosticados por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés).
“Uno de los problemas clave fue la falta de lluvias normales durante las primeras etapas de crecimiento de las plantas. Esto provocó que los cultivos entraran más rápido en la fase reproductiva, con menos capacidad de movilizar nutrientes, aunque lloviera más tarde. Dependiendo del cultivo y de su hábito de crecimiento, algunos no pudieron desarrollarse debidamente y completaron su ciclo antes de lo esperado. Este fenómeno no solo afectó a Mato Grosso, sino también a buena parte de Mato Grosso do Sul, partes de Goiás, Maranhão, Piauí, Tocantins y de Bahía”, detalló Mandarino.
El especialista agregó que en las recorridas a campo se observa una gran heterogeneidad en los cultivos por el corrimiento en fechas de siembra y por el desarrollo desparejo de las plantas. “Algunos productores intentan que esta siembra de soja sea acorde con la inversión que realizaron. Entonces, prefieren replantar soja en lugar de cambiar a otro cultivo y de asumir un riesgo climático aún mayor con un cultivo menos resistente que la oleaginosa a condiciones ambientales adversas”, señaló.
En opinión de Luiz Fernando Gutierrez Roque, analista de la consultora Safras & Mercado, el problema más importante que atraviesa Brasil es la irregularidad climática que afectó (y afecta) el centro-norte. “La baja humedad viene causando problemas para el desarrollo de los cultivos en algunos Estados, con énfasis en Mato Grosso (el mayor productor de Brasil), que ya registra pérdidas en su potencial productivo. Además, si las lluvias no regresan con mayor regularidad en las próximas semanas también podríamos ver pérdidas en Estados como Bahía, Piauí, Tocantins, Maranhão y en Pará. En el sur del país, el exceso de precipitaciones comenzaba a preocupar, pero la disminución de humedad en las últimas semanas fue favorable al desarrollo de los cultivos”, relató.
La última estimación de cosecha de Safras & Mercado es de 158,23 millones de toneladas. “Estamos lejos de tener una catástrofe en Brasil. Podemos decir que no cosecharemos todo lo que esperábamos, pero aún podríamos obtener una cosecha récord si el tiempo no empeora en las próximas semanas. Sin embargo, si tenemos pocas lluvias y altas temperaturas en el centro-norte hasta enero podemos hablar de una cosecha inferior a los 158 millones de toneladas, que aún sería un volumen récord. Los mapas climáticos apuntan al regreso de una mayor humedad entre el 20 y el 26 del presente mes, lo que debería ser favorable para los cultivos y evitaría que aumenten las pérdidas”, se esperanzó Gutierrez Roque.
“Efectivamente, Brasil corre el riesgo de no obtener una cosecha récord si las condiciones climáticas no mejoran en el centro-norte hacia finales del presente mes. A fines de noviembre redujimos de 163,20 a 159,10 millones de toneladas nuestra estimación de cosecha y haremos otra revisión en breve, posiblemente con un nuevo recorte”, adelantó a LA NACION Daniele Siqueira, analista de la consultora AgRural.
Añadió que en Mato Grosso ya hay pérdidas de productividad consolidadas. “Consideramos una cosecha de alrededor de 40 millones de toneladas para el Estado, lo que implicaría 5 millones menos que la campaña anterior. En Bahía, donde la siembra es más tardía, todavía es difícil calcular las pérdidas, pero las labores están casi terminadas y se realizaron bajo condiciones ambientales desfavorables, por lo que es necesario replantar grandes superficies”, indicó.
En una escala de preocupación de 1 al 10 sobre el estado de situación de la producción de soja en Brasil, Siqueira dijo que, en Paraná –es el segundo mayor productor–, en el sur del país, el nivel de preocupación en este momento es muy bajo y lo ubicó en 0,5. “Por supuesto, el Estado aún podría experimentar una mala cosecha si el clima no coopera en la segunda quincena de diciembre y durante enero. Pero hasta ahora todo está bien. En Mato Grosso y en los Estados del norte-noreste (incluida Bahía), en cambio, el nivel de preocupación va de 9 a 10, dependiendo de la región. Si las lluvias siguen siendo irregulares y el calor intenso se mantiene en la segunda quincena de diciembre tendremos pérdidas aún mayores y esta chance eleva la tensión”, aseguró.
Para Vlamir Brandalizze, analista de Brandalizze Consulting, bajo las actuales condiciones Brasil igualmente va a obtener una cosecha grande, “pero en este momento no creemos que pueda llegar a los 160 millones de toneladas previstos inicialmente, más probablemente se ubicará entre 153 y 158 millones de toneladas, porque tenemos una superficie sembrada récord”. Agregó que la sequía y las elevadas temperaturas en el centro del país le podrían hacer perder 10 millones de toneladas de soja a Mato Grosso. “En ese Estado y en parte del norte se concentra la preocupación, que en la escala del 1 al 10 yo ubico en un 7, con chances a empeorar si las lluvias no se normalizan pronto en toda la región”, aseguró.
Hasta el momento los productores brasileños comercializaron un 32% de la soja 2023/2024
Hasta el momento los productores brasileños comercializaron un 32% de la soja 2023/2024
Este consultor contó que hasta el momento los productores brasileños comercializaron un 32% de la soja 2023/2024, un dato que supera el 23% visto un año atrás, en pleno cambio de gobierno en Brasil, pero que se ubica por debajo del 37% promedio histórico. “Para darle más fluidez a las ventas los productores esperan precios más altos y, sobre todo, que el clima se normalice para estar seguros de que podrán cosechar y entregar lo que venden”, explicó.
Impacto sobre los precios
Pese a los problemas que se evidencian en Brasil, los precios de la soja no reflejan una tendencia alcista en la Bolsa de Chicago, donde se ubican debajo de los 500 dólares por tonelada. Al respecto, Gutierrez Roque explicó a LA NACION que debido a la alta probabilidad de que la Argentina tenga una cosecha de entre 45 y 50 millones de toneladas, “solo una cosecha brasileña inferior a los 150 millones de toneladas podría cambiar la tendencia de los precios en Chicago, que hoy continúa siendo bajista como consecuencia del probable aumento de la oferta sudamericana (principalmente de la Argentina). Si Brasil levanta una producción similar a la del ciclo anterior y la Argentina cosecha 45 millones de toneladas tendremos un aumento de 24 millones de toneladas en la oferta de ambos países, lo cual es muy relevante”.
En la misma línea, Mandarino estimó que la oferta conjunta de Brasil, la Argentina y Paraguay en el ciclo 2023/2024 aportaría 17 millones de toneladas de soja más que en la campaña anterior. “Ese es un excedente importante, pero entendemos que el mercado de Chicago también se verá influenciado por el consumo interno en Estados Unidos, donde podría darse una mayor demanda de aceite de parte de las nuevas plantas de biodiésel. Eso, sumado a las pérdidas en Brasil, podría derivar en algunas mejoras en Chicago, con los precios buscando ir hacia un nivel en torno de los 514 dólares por tonelada. Igualmente, todo dependerá de lo que suceda en las próximas semanas en Brasil”, dijo el analista.
Para Siqueira, en el ciclo comercial 2023/2024 la Argentina tendrá un protagonismo relevante en función de la recuperación que se prevé tras la grave sequía que redujo a menos de la mitad de lo esperado su oferta 2022/2023. “Si la cosecha argentina es buena y se ubica entre 44 y 48 millones, Brasil debería perder de 15 a 20 millones de toneladas para dar un impulso real a los precios en Chicago. En mi opinión, una caída menor tenderá a reflejarse más en un aumento de las primas de exportación de Brasil que en las pizarras de Chicago, sobre todo si la Argentina no enfrenta problemas”.
Y añadió: “Es interesante resaltar que si bien Brasil y la Argentina tienen perfiles comerciales diferentes (Brasil exporta más soja y la Argentina más harina y aceite), para el mercado internacional Sudamérica es un bloque de oferta de soja. Si Brasil tiene pérdidas, pero la Argentina las compensa, será difícil ver aumentos significativos en los precios de Chicago”.
En función del incremento del área previsto y de condiciones ambientales que, de momento, se presentan favorables, tanto la Bolsa de Comercio de Rosario como la Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyectan la cosecha 2023/2024 de soja en la Argentina en 50 millones de toneladas, por encima de los 20 y de lo 21 millones relevados en la campaña anterior, respectivamente.
¿Menos maíz?
De las tres etapas en las que se divide la campaña del maíz en Brasil, la segunda, que es la más importante porque debe responder por más del 75% de la oferta total del cereal, está en entredicho por las demoras en los tiempos de la soja, que es el cultivo antecesor.
“La cosecha de verano –primera siembra– cayó en más de medio millón de hectáreas, pero el tiempo este año es mejor, porque las lluvias en el sur del país no están dañando demasiado al maíz y por eso la cosecha debería ser similar a la del año pasado, con alrededor de 25 millones de toneladas. En cuanto a la safrinha, casi la mitad de los insumos necesarios para la nueva campaña, principalmente semillas, todavía no fue comercializada y esto implicaría una reducción de área, porque la siembra y la resiembra de soja atrasarán la cosecha de gran parte de las áreas de soja para marzo y luego de esa fecha será tarde para el maíz. Por lo tanto, existen dudas sobre el tamaño del área que se destinará al forrajero. Como mucho, estimamos que cubrirá 17 millones de hectáreas, pero lo cierto es que podría estar por debajo de los 16 millones, con una expectativa de cosecha para la safrinha que rondaría los 90 millones de toneladas, contra los cerca de 103 millones del ciclo anterior”, dijo Brandalizze.
En su informe de diciembre, la Conab redujo de 119,07 a 118,53 millones de toneladas su estimación sobre la cosecha total de maíz brasileño 2023/2024, frente al récord histórico 2022/2023, de 131,95 millones de toneladas. Ese ajuste tuvo como principal fundamento la caída proyectada del área destinada a la safrinha, de 17,19 a 16,42 millones de hectáreas. Según el organismo brasileño, la segunda cosecha dejaría 91,24 millones de toneladas, contra los 102,37 millones de la campaña precedente. En cambio, en su reporte mensual el USDA mantuvo su cálculo sobre la producción de maíz en Brasil 129 millones de toneladas.
“Creemos que los números de la Conab son más fieles a la realidad. Y sí, los problemas con la soja, y el atraso que tendrá la cosecha, deberían resultar en una superficie menor para la siembra de la safrinha de maíz que debe concretarse entre enero y marzo, lo que impactaría en el volumen de la cosecha, especialmente en Mato Grosso, que es el mayor productor”, dijo Siqueira.
Dante Rofi
Fuente: La Nación campo