Si bien ya no se habla de una “supercosecha”, Argentina se apresta a obtener una buena producción de soja y maíz. Más allá de los daños que infringió a los cultivos la falta de lluvias y la ola de calor durante finales de enero y principios de febrero, las lluvias que se produjeron en las últimas semanas permitieron a la oleaginosa recuperar terreno y establecer un piso productivo en torno a las 50 millones de toneladas.
De esta manera, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) aumentó en 500.000 toneladas la estimación de producción de soja respecto al mes pasado, volumen que de concretarse significaría un salto del 150% respecto a la campaña anterior, equivalente a unas 30 millones de toneladas más.
A pesar del pulso seco y de las altas temperaturas que afectaron a la oleaginosa en algunas semanas de los dos primeros meses del año, febrero terminó en gran parte del país con lluvias que superaron las medias mensuales. No obstante, “el cambio llegó tarde: la ola de calor se impuso sobre la condición de la oleaginosa, arrebatando la posibilidad que había de alcanzar una supercosecha de 55 millones de toneladas”, marcó el informe de la BCR.
“Respecto al malogrado ciclo pasado el país producirá una cosecha y media más que en lo que fue el peor ciclo de la agricultura moderna en Argentina” (BCR)
No obstante este panorama, las lluvias continuaron durante marzo y siguen presentes incluso en las recientes horas, cuestión que ha permitido que la soja encuentre “un piso a los rindes”, ya que “mejoraron las condiciones de llenado de las sojas de primera. En sojas de segunda, si bien tuvieron un gran impacto en la recuperación, es una recuperación que en términos productivos es limitada, ya que venían muy afectadas”.
Así, el rinde nacional alcanza “una pequeña mejora” pasando en marzo a 30,2 quintales por hectárea (qq/ha), apenas 0,3 quintales más que en el informe anterior. Por su parte, el número de hectáreas pérdidas sigue en 750.000 y con 17,3 millones de hectáreas implantadas en este ciclo, la producción argentina de soja se estima en 50 millones de toneladas. “Respecto al malogrado ciclo pasado el país producirá una cosecha y media más que en lo que fue el peor ciclo de la agricultura moderna en Argentina”, remarcaron los especialistas de la BCR.
El maíz y una enfermedad inesperada
Por su parte, en el maíz se está dando una situación singular que encendió las alarmas entre los productores. Si bien las lluvias de los últimos días permitieron que el cultivo mejore sus condiciones y hoy la cosecha avance de una manera lenta y recién haya cubierto el 3% del territorio nacional con un rendimiento promedio en la zona núcleo de 100 qq/ha (muy por debajo de los 120 qq/ha que se esperaban en enero), la preocupación de los agricultores hoy pasa por una enfermedad inesperada que afecta a los granos en regiones donde esto no debería estar sucediendo.
“Lo que está encendiendo todas las alarmas de la región central, en particular en las provincias de Córdoba y Santa Fe, es el alcance y daño que se está observando por spiroplasma en maíces tardíos”, remarcaron desde Bolsa rosarina. Esta enfermedad del cultivo está asociada a un vector, que es la chicharrita, insecto que tiene entre 3 a 4 milímetros de longitud, de color amarillo pálido y tiene dos manchas redondas negras sobre el vértice de la cabeza y afecta principalmente a este cereal.
Según explicaron los especialistas de la entidad bursátil, esta afección es típica del norte del país, pero este año por condiciones de clima (falta de agua y calor), la forma escalonada en la que se ha sembrado y el aumento en hectareaje del maíz tardío, la plaga muestra un crecimiento poblacional y “una cobertura que no había sido antes vista”.
“Cuando parecía que las tandas de maíces tardíos, los sembrados del 10 al 15 de diciembre en adelante, estaban mejorando su performance productiva en Córdoba y Santa Fe, se multiplicaron en las últimas semanas los comentarios de técnicos alertando por el fuerte impacto y el daño observado por este problema”, indicaron los técnicos.
En el centro de Santa Fe, hay lotes que no se van a cosechar por Spiroplasma, como por ejemplo en López y Gálvez, puntualizó el trabajo, y agregó que hay técnicos que dicen que unas semanas atrás, esperaban un daño de 5 al 10%, pero, al avanzar la etapa reproductiva, estiman ahora pérdidas del 70 al 80%. “Nos tomó a todos por sorpresa. No hubo forma de pararlo. Hay lotes muy afectados que cuanto mucho podrán dar 15 qq/ha. Bajó del norte, llegó hasta Río Cuarto, San Martín de las Escobas, Cañada de Gómez y hasta San Nicolás”.
Fuente: Infobae campo