“La sequía te generó, en términos del suelo, una situación de fertilidad mucho mayor y mejor por acumulación de nutrientes. Básicamente es el impacto positivo. Se va acumulando todo lo que fertiliza, fortalece o mineraliza el suelo en superficie, por la sequía, y mejora tu rinde”, indicó el ministro de Economía, Sergio Massa, durante una entrevista en el ciclo “El Método Rebord”, producido por el medio CORTA, en la que obviamente el también candidato se lamentaba de las pérdidas (por 17.000 millones de dólares) que el fenómeno climático provocó a toda la economía.
Esta afirmación respecto a la positividad que tuvo un fenómeno productivamente devastador como lo fue la última sequía no hizo más que encender las alarmas en la redacción de Bichos de Campo. ¿Será cierto que la sequía favorece la fertilidad de los suelos? ¿Pero se puede aplicar el razonamiento de “el vaso medio lleno” en un contexto donde cientos de productores quedaron en una situación de quebranto, y otros tantos más acarrearán deudas por varios de los meses por venir?
“Decir que la sequía fue positiva es como decir que el efecto positivo de un robo en una casa es que ahora queda más lugar para poner cosas. O que si hubo algún muerto ahora sobran camas en el hospital”, dijo tajante un ingeniero agrónomo como primera reacción a las declaraciones de Massa.
Consultado por este medio, otro especialista explicó que lo que la sequía verdaderamente generó en el suelo es un “impacto negativo en cuanto a pérdida de productividad”.
“No hay ningún impacto positivo. Lo que ocurre es que si vos tenés pérdida de productividad, los cultivos no extrajeron los nutrientes que necesitan para conformar el grano. Tuvieron algún consumo en algún momento para crecer, pero para el llenado grano fue muy pobre y las plantas terminaron su ciclo antes. Lo que hace la falta de productividad es que te deja más nutrientes disponibles”, indicó el agrónomo.
“Acá la complejidad está en que las palabras de un abogado, que es Ministro de Economía y que habla de agricultura con el asesoramiento que le hayan dado, transmite generalidades”, agregó.
¿Qué ocurrió entonces con los nutrientes? En el caso del Nitrógeno, que es un nutriente móvil, con el aumento de la humedad -ante la caída de algunas lluvias- y el cambio en la temperatura durante la llegada del otoño, se dio un proceso de mineralización que hizo que, en algunos casos, aumente su disponibilidad. A eso hay que sumarle ahora el remanente de Nitrógeno no adquirido por las plantas, al no haberse desarrollado como corresponde. Aunque ese no es el único escenario posible.
“Cuando llueve hay humedad y se reactivan los procesos microbiológicos del suelo. Si bien se da esta mineralización, también lo que pasa es que se produce un lavado del mismo. Al ser un producto móvil, dependiendo del suelo que tengas, puede haber más o menos pérdidas por lavado cuando llueve que cuando no llovía”, señaló el especialista. Esto supone que no todo es ganancia y que, por el contrario, también puede haber pérdidas.
“En el caso del Fósforo, si vos tenías fertilizaciones del año anterior ya que todos los años generalmente se fertiliza con Fósforo para el cultivo, como hubo un muy bajo aprovechamiento de las plantas porque desarrollaron poco y finalmente murieron antes, mucho de ese nutriente no fue utilizado por la planta y queda disponible para el año siguiente”, detalló el agrónomo.
“Hay una mejora general de la fertilidad, pero no porque la sequía la haya generado, sino porque por el impacto negativo de la sequía, tuviste menor producción y por ende menor utilización de nutrientes. A eso hay que sumarle los nutrientes que normalmente se mineralizan y pasan a formas disponibles en el otoño con las lluvias y la temperatura”, remarcó.
La pregunta del millón ahora es, ¿puede esta mayor disponibilidad de nutrientes traducirse en una necesidad de menor inversión por parte de los productores de cara a la próxima campaña? La respuesta es un gran “depende”.
“Es muy general decir que por eso se va a fertilizar menos. Se fertiliza menos porque no hay plata o porque tome una decisión puntual, o porque normalmente no fertilizo dependiendo de mi tipo de suelo. Está claro que si yo fertilicé con un nutriente que se utilizó poco el año pasado, probablemente este año no lo fertilice porque es una manera de buscar atenuar mis costos después de tener un año económicamente muy malo. Por otro lado, el Nitrógeno es muy importante para el trigo y el maíz. Si yo tengo una mayor disponibilidad, puedo fertilizar menos pero tampoco dejar de fertilizar y aún así aspirar a una cosecha récord con los nutrientes que tenga”, afirmó el agrónomo.
En este sentido, otro especialista consultado afirmó: “Todo depende de con qué nutriente. A lo mejor con el Fósforo sí porque no es móvil y queda disponible. Con el Nitrógeno es más difícil porque es móvil en el suelo y entonces va a estar disponible si se mineraliza, pero la mineralización depende del agua -que no hubo- y de la temperatura, que varía de acuerdo a la zona en la que estés”.
“Si te ahorrás algo es muy poco. Si te quedaron nutrientes que no usaste, no es una cuestión que va a mover la aguja en el desempeño económico de la empresa”, concluyó.
Decir entonces que la sequía tuvo un impacto positivo es a fin de cuentas una generalidad simplista.
Por Sofía Selasco
Fuente: Bichos de campo.