No es sencillo el momento que atraviesa el sector agropecuario, inmerso en complicaciones económicas y financieras, y a lo que se suman los efectos de la sequía. Todo esto quedó reflejado en la última encuesta del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral. En la misma predominaron diferentes valores negativos, uno de ellos fue la caída del índice de confianza de los productores, en relación a las condiciones presentes, que se ubicó en enero pasado en los niveles más bajos de los últimos años.
El relevamiento, a 406 productores cuyo valor bruto de producción es igual o mayor a USD 200.000, también mostró el momento complicado del sector en lo económico y financiero, como consecuencia del impacto de la sequía en la campaña agrícola, y las perspectivas de los productores para el corto, mediano y largo plazo.
En enero pasado, según la encuesta, el Ag Barometer Austral en enero 2023 alcanzó un valor de 68, uno de los niveles más bajos en su historia. Se trata de una tendencia descendiente que comenzó en mayo pasado cuando se ubicó en 90 puntos, que a pesar de pesimismo de aquel momento se encontraba muy cerca de los valores de indiferencia que es de 100 puntos.
Según resaltaron los encargados de realizar la encuesta, la baja más destacada se registró en el índice de condiciones presentes, donde el valor de 38 es el más bajo de toda la serie que comenzó en octubre de 2018 y presentando una caída interanual del 59%. Además, la cifra es similar a los valores del 2020, donde una serie de situaciones políticas e institucionales, como la intención del Gobierno de intervenir y expropiar la empresa Vicentin, impactó muy negativamente en el ánimo de los productores, ya que fue interpretado como un nuevo avance del oficialismo sobre la propiedad privada.
Por otro lado, si bien el índice de expectativas futuras presenta una leve mejora, a partir de la mirada de los productores para los próximos 12 meses de mejoras en las condiciones climáticas y posibles cambios de las políticas para el sector, todo esto no alcanza para compensar la gran caída en la situación presente. “Hay un gran deterioro en los dos componentes del Índice de Condiciones Presentes (Situación Financiera / Momento para invertir), que ya se han concretado en la pérdida de ingresos de la campaña de trigo 2022/23 a las que se suman las pérdidas esperadas en maíz y soja”, dijeron los especialistas de la Universidad Austral.
Además, agregaron los datos de la Guía Estratégica para el Agro de la Bolsa de Comercio de Rosario (Red Gea) con el ajuste a la baja de las estimaciones de producción de soja a 34,5 millones de toneladas y la producción de maíz a 42,5 millones de toneladas. En lo que respecta a la oleaginosa, se estima que será la segunda cosecha más baja de los últimos 15 años. A todo esto, la encuesta planteó que un 86% de los productores enfrentan condiciones climáticas desfavorables, afectando a la rentabilidad y al flujo de fondos para hacer frente a los costos.
Situación financiera e inversiones
En relación al índice de la situación financiera de los productores se alcanzó valores mínimos y con una caída interanual del 50%, ya que un 72% de los productores encuestados expresó estar en lo financiero peor que hace un año atrás. Todo esto se explica por la gran caída de que sufrió la última cosecha de trigo, como consecuencia de la sequía y las heladas tardías. La producción total del cereal fue de 11 millones de toneladas, cuando en la campaña anterior se ubicó en 24 millones de toneladas.
Carlos Steiger, Director de la Maestría en Agronegocios de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral, comentó el “enorme” impacto negativo en los flujos de fondos de los productores: “Los resultados de la campaña de trigo generaban recursos para financiar la cosecha gruesa y esperar, luego, las ventas de maíz y soja para cancelar los compromisos adquiridos. Y, eventualmente, guardar la soja como instrumento para preservar el capital, como defensa ante una inflación fuera de control”, agregó.
A la caída en la producción de trigo, el informe privado sumó los daños prácticamente irreversibles en los cultivos de soja de primera y maíz temprano, ante un escenario de ausencia de precipitaciones que es cada vez más dramático. “Esto tiene un enorme impacto negativo en los flujos de fondos de los productores ya que los resultados de la campaña de trigo generaban recursos para financiar la cosecha gruesa y esperar luego las ventas de maíz y soja permitiendo cancelar los compromisos adquiridos y, eventualmente, guardar la soja como instrumento para preservar el capital como defensa ante una inflación fuera de control”, dijeron desde la Universidad Austral.
Por otro lado, en lo que respecta al índice de oportunidad para realizar inversiones también presentó una fuerte caída interanual durante el primer mes del presente año: el valor fue de 41, con una merma del mismo de un 60% en relación a enero del 2022, cuando se ubicó en 119 (por encima de 100 por primera vez en su historia).
Al respecto, la encuesta reflejó que un 79% de los productores manifestó que es un mal momento para realizar inversiones en activos fijos/hacienda vacuna. “En enero 2022 muchos productores pensaban que era un buen momento para invertir, fundamentalmente para colocar excedentes financieros de la campaña de trigo, con rendimientos esperados razonables de maíz y soja, tasas de interés bancarias negativas (por debajo de la inflación esperada)y la posibilidad de acceder a maquinarias al dólar oficial”, concluyó el trabajo.
Financiamiento
El relevamiento también reflejó como el impacto que la sequía se traslada en el financiamiento de los productores, donde en el caso del trigo una proporción muy alta de los costos de implantación han sido financiados con capitales de los propios productores, pero solamente un 39% de los productores señaló que el producto de la cosecha alcanza para cubrir esos costos.
En el caso de la cosecha gruesa, un porcentaje importante ha sido financiado con fondos propios. En base a los rendimientos esperados a la fecha, un 60% de los productores piensa que deberán utilizar entre el 50% y el 80% del producido para recuperar la inversión. Por otro lado, un 12% piensa que deberá utilizar el total de lo producido para cubrir los costos, mientras que el 13% manifiesta que no podrán cubrirlos.
“Esto, sin duda, tendrá un impacto muy grande en lo referido al efecto multiplicador del agro en la compra de maquinarias e, incluso, en la financiación de la campaña 2023/24″, comentó Steiger.
Fuente: Infobae campo.