Por la incertidumbre política-económica y las demoras provocadas por las lluvias de marzo y abril, la campaña comercial de la soja es la más lenta de los últimos siete años. Así lo ilustró Nicolás Udaquiola, analista de mercados de AZ-Group, a la hora de describir cómo está la venta de este producto, el principal en términos de exportaciones para el país con más de US$20.000 millones en un año normal. El menor ritmo de venta puede influir sobre la necesidad del Gobierno de que ingresen dólares para, luego de la liquidación de los exportadores, comprar esas divisas.
En plena cosecha, con una campaña que viene atrasada más de un 50% respecto del promedio de las últimas seis, la coyuntura global y, por supuesto de la Argentina, no ayuda a que el campo tenga intenciones de vender su producción y que así ingresen divisas al país. Al día de hoy están comercializadas unas 12,2 millones de toneladas de soja y, sobre ese número, solo hay unas 3,1 millones de toneladas con precio. En detalle, son 9 millones de toneladas a las que les falta fijar el precio que, si bien están vendidas, no tienen precio. Situación similar pasa con el maíz.
En este contexto, los productores atraviesan la incertidumbre de qué precio van a recibir al momento en que se produzca efectivamente la venta. Para soja, si bien si se miden esas 12 millones totales dividido las 50 millones de toneladas estimadas sobre la campaña, el dato sería que exactamente un 24% estaría vendido. Pero “vendido con precio, es decir fijado, es en realidad bastante menos: un poco más del 6%”, expresó.
“Es menos del 6,2%. El punto es sobre cuánto uno lo tiene que calcular: si debe ser por el total, sin considerar los stocks iniciales y los stocks finales, y sobre eso habría que sacarle los consumos internos, no tan significativos, por cierto, o considerando el total”, dijo, por su parte, el analista de Agritrend, Gustavo López, a LA NACION.
Para el especialista, es correcto decir que es “uno de los años de mayor atraso que hay en materia de comercialización, aunque no es privativo de la oleaginosa”.
“Con una producción estimada en 50 millones de toneladas, la producción de maíz está vendida unas 15 millones y, con precio, solo unas 7,5 millones de toneladas [un 15% de precio fijado]. Si se hace la diferencia también es mucho menor. En este caso, el maíz tiene un consumo interno muy relevante”, explicó.
En este contexto, López dijo que estos últimos datos ponen de manifiesto “la incertidumbre que vive el productor” en materia de tipo de cambio, rumores de levantamiento de cepo y si puede o no haber algún tipo de modificación en los derechos de exportación (DEX). Otro componente muy importante es el precio internacional, que en los últimos meses ha bajado significativamente. Vale recordar que los precios globales están en valores muy bajos, mientras el sector mira con mucha atención y detenimiento las cifras que vaya a dar el Departamento de Agricultura en los Estados Unidos (USDA) en su próximo informe.
“¿Por qué el próximo informe? Porque lo que brindó el USDA en el informe pasado no marcó ningún tipo de variación significativa. Y, por otro lado, los operadores tienen la incertidumbre también de que en realidad en Brasil hay menos maíz y menos soja de lo que dicen. Y, seguramente el impacto de los problemas que trajo la chicharrita en el maíz y los problemas que tuvo la soja en algún momento por la falta de humedad, llevó a que en realidad todavía está en discusión el nivel final de precios”, dijo.
La importancia del informe del Departamento de Agricultura norteamericano, que se dará el 10 de mayo próximo, radica en su definición sobre si hay una merma en la producción de Brasil y de la Argentina: “Si esto pasa desapercibido, hay pocas chances de que haya movimientos importantes en materia de precios”.
Según datos de Ezequiel de Freijo, economista jefe del Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales (IEEyNI) de la Sociedad Rural Argentina (SRA), actualmente, “el precio internacional de la soja se encuentra un 16% por debajo de su valor promedio de los últimos 23 años y el maíz está un 26% por debajo del mismo promedio, mientras que el trigo esta un 22% por debajo”.
“En estas condiciones existe una alta probabilidad de que la decisión de comercialización, a estos valores de mercado, ponga al productor en la situación de tener que realizar una pérdida económica. Por eso su decisión hoy pasa por manejar sus necesidades financieras conjugando la mejor combinación de ventas y momentos en función de la composición de su canasta de productos disponibles”, explicó.
En esa línea, el economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), Ramiro Costa, ratificó que, aunque la comercialización ha ganado impulso en las últimas semanas y se está acercando a los promedios históricos en términos absolutos, “las ventas se mantienen en niveles bajos en proporción a la producción”.
Udaquiola, en tanto, detalló qué tienen en cuenta los productores al momento de sembrar, donde la clave es tener bien afilados los números para llegar a lo que llaman “precios objetivos”: es decir, analizar los costos y sacar el dato final de cuánto debe ser el rinde para cubrir esos costos [rindes de indiferencia].
“En función de eso, se ponen por delante un precio objetivo para empezar a gatillar ventas. Hoy se habla de US$360, pero en la actualidad está muy por debajo, algo más de US$290″, cerró el experto.
Mariana Reinke
Fuente: La Nación Campo