En el año 2002 se realizaron las primeras proyecciones de la Fundación Producir Conservando hacia el 2010, donde se planteó una meta de producción de 100 millones de toneladas. Al año siguiente se presentó el trabajo ¿Podremos manejar una cosecha de 100 millones?
En el estudio se planteaba las principales limitantes estructurales, al margen de contar con reglas claras y condiciones macroeconómicas, jurídicas y productivas que debían sortearse para alcanzar esa oferta granaria. Por entonces se establecieron las cuatro principales variables que son fundamentales para poder movilizar semejante cosecha
a) Transporte y movilización de graneles
b) Capacidad de almacenamiento
c) Capacidad de industrialización y procesamiento
d) Logística de embarque
Si bien se efectuaron sucesivos informes complementarios en los siguientes años, resultó oportuno revisar nuevamente dichas variables considerando las nuevas proyecciones de la Fundación Producir Conservando hacia fines de la década que se ubican en torno a 170 millones de toneladas.
Resulta imprescindible trabajar en la remodelación y mantenimiento de toda la red vial, tanto nacional, como provincial y los caminos de tierra si se pretende un sistema más eficiente y seguro, con menor costo humano y económico.
Si bien se avanzó en los últimos años, es necesario contar con líneas de crédito accesibles para la adquisición de nuevas unidades de mayor porte, intentando “aggiornar” un parque de camiones que aun presenta un alto porcentaje de obsolescencia.
El rol del ferrocarril, especialmente para el transporte de granos en distancias largas, es fundamental. Se debe lograr un mayor grado de competitividad con el camión en especial en la línea Belgrano Cargas SA, que en la actualidad solo cuenta con 4800 kilómetros operativos.
También la Hidrovía es un aspecto relevante para el transporte fluvial de granos y derivados no solo de los países limítrofes como en la actualidad, sino colaborando con el acceso de mercadería del norte del país al polo agroindustrial del Gran Rosario.
Respecto a la capacidad de almacenaje estático, otro de los aspectos más negativos del sistema de comercialización, es necesario expandir la misma al menos en relaciones de 75% de la producción actual, lo cual implicaría un incremento de los depósitos en al menos 25 mill/ton.
Ello permitiría que ante la posibilidad de alcanzar las metas planteadas para el 2029/30, la relación entre instalaciones fijas y la producción se ubique en al menos el 60%, contando con depósitos aptos para la clasificación y segregación de diferentes granos y calidades.
Los esquemas crediticios citados deberán abarcar además la posibilidad de asistir a productores y operadores del sector para la inversión en almacenamiento fijo, reduciendo así el impacto de los silobolsas, que si bien resultan una solución a la escasez de instalaciones, genera ciertos inconvenientes en cuanto al correcto mantenimiento y calidad de la mercadería.
En los aspectos relacionados a la agroindustria, superavitaria en su capacidad de procesamiento en casi todos los sectores, se observa cierto estancamiento en cuanto a sus instalaciones que empiezan a mostrar signos de obsolescencia.
En este aspecto, es necesario avanzar en la eliminación de ciertas regulaciones como las relacionadas a la obtención de biocombustibles, además de generar un entorno de negocios con el exterior desde la esfera oficial, que permita la colocación de productos de mayor valor agregado (glicerinas, lecitinas y muchos derivados de la industrialización de oleaginosas y cereales).
Finalmente, en cuanto a la logística de embarques también ampliamente superavitaria en función a las necesidades actuales y futuras, se verán mucho mejor aprovechadas de contar con un transporte más ágil y eficiente, almacenaje adecuado y una agroindustria trabajando más eficientemente.
Para ello resulta necesario contar con un marco macroeconómico estable, que contemple una profunda revisión y reforma en materia fiscal, eliminando paulatinamente los impuestos distorsivos, especialmente los derechos de exportación, que tienen una fuerte incidencia en los márgenes del productor, desincentivando una mayor siembra y producción.
Estas medidas al mismo tiempo, deberán ser acompañadas por una política agrícola que promueva una mayor reposición de nutrientes y el reconocimiento de la propiedad intelectual en materia de semillas; además de un menor grado de intervencionismo como el observado en los últimos años (evitando el permanente cambios en las reglas de juego, tipos de cambio diferenciales, regulaciones innecesarias, etc.), generando así un espacio atractivo para la inversión.
El autor es licenciado y consultor de la Fundación Producir Conservando
Gustavo López
Fuente: La Nación Campo.