Son días difíciles. Se citan cifras de reservas netas que asustan; algunos especialistas las ubican en un rojo muy profundo. Después de parches y más parches las acreencias del Banco Central son las más bajas en 7 años y se muestran negativas de manera recurrente. Unos 11 mil millones se han perdido desde que empezó el año. En el frente gobernante insisten en poner en primer plano al Fondo Monetario Internacional y la deuda en dólares que tomó el anterior gobierno. La verdad es que al organismo en cuestión se le viene pagando mayormente con el dinero que el mismo Fondo le gira a la Argentina. Haber aceptado esa deuda es cuestionable, pero el problema es otro y proviene del propio gobierno.
El agro aporta divisas como ningún otro sector, pero esos dólares salen del Central casi tan rápido como entran. Por estos días todas las miradas recaen sobre la necesidad desesperada del Ministerio de Economía de mantener frenados los dólares alternativos, para lo cual viene gastando unos USD 100 millones diarios, una tarea que hasta acá ha tenido poco éxito y va dejando desplumado a este raquítico Banco Central. La entidad lleva destinados USD 627 millones al mercado de bonos desde el 25 de abril pasado; aunque funcionara momentáneamente no es sustentable en el tiempo.
La intervención despilfarrando divisas no es una medida que agrade al Fondo. Los días pasan, el FMI no da luz verde a los USD 10000 millones que pretende Massa y el ministro, sin muchas otras opciones a la vista, camina por la cornisa y apuesta a seguir desangrando al Central, jugado a que en algún momento Georgieva y los suyos suelten el dinero. Detrás está la obsesión de la mentora de la entente política que gobierna el país desde diciembre de 2019, negada a una devaluación más profunda que la que viene realizando rueda tras rueda.
La que pasó fue una semana con saldo comprador para el BCRA, pero la aguja casi no se mueve. Acumula un balance negativo desde que comenzó 2023, que se aproxima rápidamente a los USD 3000 millones. Es tan pobre la situación de la Argentina, que una cifra como esta, a favor o en contra, ni siquiera merecería una línea referida al tema en países como Brasil, con reservas positivas arriba de los USD 300000 millones.
Todos quieren saber cuál es la capacidad que aún mantiene el Central para hacer frente a la tensión cambiaria. Es la cuenta más sensible que monitorea el mercado. Desde luego hay límites, incluso para este poder de fuego.
No deben quedar demasiadas balas en ese cargador. La performance del tercer dólar soja no fue lo que se esperaba, lo cual está levantando rumores de que el cuarto envío está a la vuelta de la esquina, aunque con un precio más atractivo. Se calcula que aún hay 6 millones de toneladas de la cosecha vieja más 16 millones de la actual que están esperando destino. Vuelve al recuerdo las palabras que se atribuyen a un integrante del equipo económico: «Habrá tantos dólar soja como sea necesario». Es creíble, ¿qué otro recurso le queda a un gobierno que no quiere iniciar reformas ni blanquear el atraso cambiario?
Una consultora especializada va un poco más allá. Cree que considerando una liquidación para el año en torno de USD 21.000 millones y un anticipo de la mitad de la liquidación prevista para los tres meses siguientes, un nuevo dólar soja razonablemente exitoso podría sumar USD 3.000 millones. Agua en el desierto para un gobierno acorralado.
Aunque públicamente el discurso sea otro, la Administración sabe que ninguno de los remiendos funciona. La tasa de interés está por las nubes y a duras penas consigue frenar un poco al dólar. El cepo a las importaciones pone al país al borde de la falta de insumos, y los dólares paralelos no paran. El blanqueo de capitales que impulsa el ministro de Economía parece tener pocas chances con un gobierno en retirada y que no despierta mayor confianza.
Entre la nula credibilidad que ha sabido conseguir el trío que comanda este barco, la inflación desbordada, la emisión fuera de cauce y las propuestas de un candidato que sube en las encuestas, la dolarización de carteras crece y crece.
Por eso el sueño húmedo de las autoridades pasa por capturar los dólares de la soja, que herida profundamente por la seca todavía puede darle a la Administración oxígeno para tratar de llegar a las PASO. De ahí que muchos insisten: «algo van a hacer con el campo en junio».
Por Agritotal.