La molienda de soja para la producción de harina y aceite registró en septiembre pasado el nivel más bajo en actividad en los últimos 22 años, en gran medida por el impacto negativo que tuvo la sequía que padecieron por tercer año consecutivo los campos argentinos. Por ello, en el segundo semestre agrícola, habrá una gran dependencia de la importación de soja para mantener funcionando las plantas.
Así lo indicó un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), que acompaña la firma de especialistas como Belén Maldonado y Emilce Terré. Atento a los datos suministrados por la Secretaría de Agricultura de la Nación, en el noveno mes del año el crushing se ubicó en apenas 1,9 millones de toneladas.
Este fue el nivel más bajo de actividad registrado desde la campaña sojera del ciclo 2000-01, cuando se molieron 1,7 millones de toneladas en el primer semestre de esa temporada agrícola. Asimismo, el volumen acumulado en el procesamiento en el período abril-setiembre fue de 15,9 millones. Este nivel también se ubica en el más bajo de los últimos 18 años.
¿Qué sucede con la campaña?
Para el segundo semestre del período agrícola, la Bolsa rosarina estimó que el crushing alcanzaría las 10,4 millones de toneladas, lo cual “representa un desafío para la industria en cuanto a la obtención de los insumos necesarios, que recién podría comenzar a normalizarse con el advenimiento de la cosecha nueva en los países limítrofes, sobre marzo del año próximo”.
Respecto al desempeño del mercado local de la soja, se indicó además que la combinación de una magra cosecha por efecto de la última sequía, junto a un gran avance en la comercialización de la producción, hace que la disponibilidad de la oleaginosa por vender en lo que resta del año agrícola “resulta escasa, apenas de 2,7 millones de toneladas”.
Por ello, se prevé que Argentina va a depender de su capacidad de importación de porotos de soja para mantener sus fábricas en funcionamiento, según advirtió la Bolsa de Comercio de Rosario.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), las compras al exterior de soja totalizaron 8,8 millones de toneladas durante los primeros nueve meses del año, cifras que se presentan como “históricamente altas”. En julio de 2023, con un acumulado de importaciones de tan sólo siete meses, Argentina ya había superado su volumen récord anual de importaciones de 6,6 millones de toneladas registrado en 2018.
Mercado mundial
En momentos en que la Argentina registró los niveles más bajos de molienda de soja, sus competidores, entre los que se ubica China, Estados Unidos y Brasil, lograron cosechas récord y además consolidaron niveles históricos de procesamiento. Asimismo, en estos mercados, se esperan obtener niveles aún mejores en los próximos ciclos sojeros.
En el caso de China, que se presenta como el país con mayor volumen de molienda a nivel mundial con el grueso de la producción destinada a consumo interno, logró acumular un volumen de 94 millones de toneladas durante el ciclo 2022-23 pese a que sus márgenes de molienda presentan un deterioro debido a problemas en la demanda del sector porcino, afectado por la enfermedad de sus rodeos. Aun así, China es un coloso, y sus exportaciones de harina de soja aumentarían de octubre a diciembre de este año en unas 300 mil toneladas respecto a igual lapso del año pasado.
En Estados Unidos, la demanda de combustibles bajos en carbono y el desarrollo que experimenta el aceite de soja llevaron a un récord en el procesamiento de porotos de soja durante el ciclo 22-23: con la molienda de 60,2 millones de toneladas. Se estima entonces que las exportaciones estadounidenses de harina de soja alcanzarían un récord de 3,7 millones de toneladas en los últimos tres meses del año, un aumento de 700 mil toneladas sobre el año previo.
Fuente: Infobae campo.